Izán Guerrero
El Almería
Los recortes anunciados por el Gobierno de Mariano Rajoy no ayudan a las personas en desempleo, y menos aún al colectivo de jóvenes que no estudian y no trabajan. Más allá del impacto real de esta medida o de sus implicaciones electorales, lo que importa es la existencia de la llamada generación ni-ni y las dificultades para hallar una salida profesional a este colectivo.
La realidad es que la existencia de este colectivo no radica únicamente en la no ocupación laboral o estudiantil de los jóvenes, lo cierto es que el estado es mucho más complejo. Habría que referirse a un sector concreto de la juventud, de entre 16 y 25 años, que no estudia (o ha dejado de hacerlo, normalmente en cuarto de la ESO) y no trabaja.
Almería es la ciudad de Andalucía que alberga a un mayor número de personas comprendidas entre la edad citada con un 20,57% del total de la Comunidad Autónoma. La provincia es también líder en la contratación de personas jóvenes extranjeras con un 30,40%, dato que muestra su relevancia al fijarse en otras ciudades andaluzas como Cádiz, con un 3,25 % de contratación extranjera en el colectivo adolescente.
No hay tampoco un perfil determinado. Hay jóvenes que han fracasado en los estudios, pero también otros que en un momento determinado los dejan y al menos en una primera etapa son reticentes a aceptar un trabajo o lo consideran inadecuado a su cualificación profesional.
En el pasado mes de mayo, la cifra de jóvenes parados alcanzó los 8.961 desempleados, siendo 4.478 mujeres y 4.483 hombres, ascendiendo el total a 19.102. En estos datos de paro registrado se pone de manifiesto que es en los jóvenes entre 16 y 25 años de edad donde se teje el mayor porcentaje de personas que no han trabajado nunca, por tanto, este sector de adolescentes desempleados no pueden acceder a la protección por desempleo, y suponen el mayor porcentaje de población "desanimada" a efectos de búsqueda de empleo y probablemente no se inscriban en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Es decir, los datos de parados que refleja la estadística del INEM son menores al número real de adolescentes en desempleo.
No obstante, si se contempla esa estadística, en mayo de 2007, justo antes de comenzar la crisis, la cifra de menores de 25 años parados no alcanzaba el 6%, cinco años después, el total de parados ha subido un 66 %, y de ellos el 12 % son jóvenes comprendidos entre16 y 25 años, que han pasado de 8.107 a 19.102 parados, más del doble que en mayo de 2007. Una cifra preocupante en una provincia en la que el mercado de trabajo se regía por la agricultura, y sobre todo por la construcción, al emplear mano de obra no cualificada, que permitía la rápida incorporación de jóvenes a la actividad laboral en cuanto cumplían 16 años (persona en edad de trabajar).
La caída de la agricultura y la crisis del ladrillo, han derivado en un grave problema para los jóvenes de Almería que no estén cualificados y no tengan formación, tienen un 'camino lleno de piedras' para los posibles empleos después de la crisis.
Por otro lado, y en contraposición a las connotaciones negativas que colean en la sociedad ante el colectivo 'ni-ni', la encuesta de población activa (EPA) recoge la vuelta de muchos jóvenes a la parcela académica, es decir ante la inoperancia y el atasco férreo del mercado laboral, la formación supone una vía de escape para que los adolescentes ocupen su tiempo en alguna tarea, y a la postre se beneficien intelectualmente. En el año 2007, cuando todavía no se había declarado "oficial" la crisis económica, había 33.000 jóvenes que se declaraban estudiantes, en los últimos datos publicados por la EPA, correspondientes al primer trimestre de 2012 la cifra de jóvenes que se manifestaban estudiantes ascendió hasta 37.200, es decir, que hay 4.200 estudiantes más que cinco años atrás.
¿Qué hacemos con todos los jóvenes que ni trabajan ni estudian? Los jóvenes son el futuro, son aquellos en los que recae la responsabilidad de cotizar para que los pensionistas, a corto, medio y largo plazo puedan cobrar sus prestaciones como jubilados. Aquí es dónde se intensifica aún más el interrogante, si los trabajos que se le conceden son por horas, sin contrato (por lo tanto no cotizan) y con una paga ínfima, la motivación en ellos roza lo exiguo. Por tano, la generación 'ni-ni' no corresponde a los términos citados al principio -ni trabajar ni estudiar- sino que contestan a las premisas de "ni generación perdida, ni resignación".
La realidad es que la existencia de este colectivo no radica únicamente en la no ocupación laboral o estudiantil de los jóvenes, lo cierto es que el estado es mucho más complejo. Habría que referirse a un sector concreto de la juventud, de entre 16 y 25 años, que no estudia (o ha dejado de hacerlo, normalmente en cuarto de la ESO) y no trabaja.
Almería es la ciudad de Andalucía que alberga a un mayor número de personas comprendidas entre la edad citada con un 20,57% del total de la Comunidad Autónoma. La provincia es también líder en la contratación de personas jóvenes extranjeras con un 30,40%, dato que muestra su relevancia al fijarse en otras ciudades andaluzas como Cádiz, con un 3,25 % de contratación extranjera en el colectivo adolescente.
No hay tampoco un perfil determinado. Hay jóvenes que han fracasado en los estudios, pero también otros que en un momento determinado los dejan y al menos en una primera etapa son reticentes a aceptar un trabajo o lo consideran inadecuado a su cualificación profesional.
En el pasado mes de mayo, la cifra de jóvenes parados alcanzó los 8.961 desempleados, siendo 4.478 mujeres y 4.483 hombres, ascendiendo el total a 19.102. En estos datos de paro registrado se pone de manifiesto que es en los jóvenes entre 16 y 25 años de edad donde se teje el mayor porcentaje de personas que no han trabajado nunca, por tanto, este sector de adolescentes desempleados no pueden acceder a la protección por desempleo, y suponen el mayor porcentaje de población "desanimada" a efectos de búsqueda de empleo y probablemente no se inscriban en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Es decir, los datos de parados que refleja la estadística del INEM son menores al número real de adolescentes en desempleo.
No obstante, si se contempla esa estadística, en mayo de 2007, justo antes de comenzar la crisis, la cifra de menores de 25 años parados no alcanzaba el 6%, cinco años después, el total de parados ha subido un 66 %, y de ellos el 12 % son jóvenes comprendidos entre16 y 25 años, que han pasado de 8.107 a 19.102 parados, más del doble que en mayo de 2007. Una cifra preocupante en una provincia en la que el mercado de trabajo se regía por la agricultura, y sobre todo por la construcción, al emplear mano de obra no cualificada, que permitía la rápida incorporación de jóvenes a la actividad laboral en cuanto cumplían 16 años (persona en edad de trabajar).
La caída de la agricultura y la crisis del ladrillo, han derivado en un grave problema para los jóvenes de Almería que no estén cualificados y no tengan formación, tienen un 'camino lleno de piedras' para los posibles empleos después de la crisis.
Por otro lado, y en contraposición a las connotaciones negativas que colean en la sociedad ante el colectivo 'ni-ni', la encuesta de población activa (EPA) recoge la vuelta de muchos jóvenes a la parcela académica, es decir ante la inoperancia y el atasco férreo del mercado laboral, la formación supone una vía de escape para que los adolescentes ocupen su tiempo en alguna tarea, y a la postre se beneficien intelectualmente. En el año 2007, cuando todavía no se había declarado "oficial" la crisis económica, había 33.000 jóvenes que se declaraban estudiantes, en los últimos datos publicados por la EPA, correspondientes al primer trimestre de 2012 la cifra de jóvenes que se manifestaban estudiantes ascendió hasta 37.200, es decir, que hay 4.200 estudiantes más que cinco años atrás.
¿Qué hacemos con todos los jóvenes que ni trabajan ni estudian? Los jóvenes son el futuro, son aquellos en los que recae la responsabilidad de cotizar para que los pensionistas, a corto, medio y largo plazo puedan cobrar sus prestaciones como jubilados. Aquí es dónde se intensifica aún más el interrogante, si los trabajos que se le conceden son por horas, sin contrato (por lo tanto no cotizan) y con una paga ínfima, la motivación en ellos roza lo exiguo. Por tano, la generación 'ni-ni' no corresponde a los términos citados al principio -ni trabajar ni estudiar- sino que contestan a las premisas de "ni generación perdida, ni resignación".
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