Zoido hará de Zoido

Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía

Juan Ignacio Zoido es hoy presidente del PP de Andalucía porque a Beatriz, su mujer, la convenció por teléfono María Dolores de Cospedal de que “era cosa del presidente del Gobierno” y no se podía decir que no. El alcalde de Sevilla no aspiraba ni había maniobrado para ser el sucesor de Javier Arenas. Estaba cómodo en su Ayuntamiento tras una arrolladora mayoría absoluta y siendo presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias. El sábado 9 de junio almorzó con Arenas en La Raza. Su amigo y mentor político, molesto por el empujón que había recibido desde Génova para acelerar la renovación en el PP andaluz y porque le habían frenado su maniobra de dejar a Antonio Sanz al frente, había decidido que el día siguiente, domingo y partido de la Eurocopa entre España e Italia, era el momento de anunciar la sucesión. Zoido, a quien ya había llamado la secretaria general del PP para indicarle que era él la opción de Génova, se negó. Su prioridad, dejó muy claro, era la alcaldía de Sevilla. Ya había hablado también con Rajoy, en una conversación que se produjo a los pies de una escalerilla de avión y antes de que el presidente se dirigiera a la reunión del Eurogrupo que formalizó el rescate a la banca española.

Se tomó su tiempo. Le echó un pulso de tres días a la dirección andaluza de Arenas, que tenía muchas prisas. En ese periodo de tiempo, mientras el alcalde marcaba sus tiempos, se produjeron reuniones y errores como la emisión de un comunicado desde la sede del PP andaluz en San Fernando en el que los presidentes provinciales daban su apoyo a Zoido sin saberlo. La mayoría se enteraron del documento cuando ya estaba en las redacciones de los medios de comunicación. Zoido y Cospedal hablaron el miércoles en la sala de autoridades del AVE en Atocha. Un día después, en los pasillos del Parlamento, el alcalde de Sevilla comunicó oficialmente que sería el próximo presidente del PP de Andalucía.

Este relato es pasado pero sirve bien para retratar la sucesión que ha llevado a lo más alto del PP de Andalucía a este sevillano nacido en Montellano y criado en Fregenal de la Sierra que declara a las cámaras que él no soñaba ni con ser presidente de su comunidad de vecinos. Su carrera política ha sido meteórica. Se afilió en 2004 y poco después era secretario general del partido. Marcó diferencias con Antonio Sanz en su manera de gestionar el cargo. Su despacho en la calle San Fernando se abrió a los alcaldes y a los presidentes provinciales, con quienes ahora ha repartido el poder. Él se encargó de renovar el partido en Málaga, Granada y Almería, sin duda la provincia más correosa y complicada. Se fajó políticamente en el lío almeriense. Fue a esa provincia más de 30 veces, cuentan, antes de expulsar a Enciso y Añez. Le dio muchas vueltas. Él afronta así los problemas políticos. No los deja morir, como hace Rajoy, pero casi.

La vida de Zoido está marcada por dos muertes. La de su padre y la de su hijo. La primera le convirtió siendo muy joven en el hermano mayor de cinco niños huérfanos. Su padre era muy emprendedor y tenía una pastelería en el pueblo que llegó a exportar dulces a Estados Unidos. Su futuro estaba en ese negocio familiar. Cada uno de los hermanos recibió un mono de trabajo de regalo. El suyo estaba señalado como Z1 y así hasta cinco. El día que murió su padre no hubo pasteles en el pueblo y cambió el futuro del presidente del Partido Popular andaluz. Su madre lo metió interno a estudiar y Zoido llegó a juez. La muerte de su hijo a los 17 años en un accidente de tráfico en 2003 fue la otra desgracia que marcó a fuego su vida. Se aferró al trabajo y a su fe y cambió su perspectiva de las cosas. A los dos días estaba, como delegado del Gobierno en Andalucía, recibiendo a la reina. Desde entonces para Zoido no hay problemas. El único problema es ese, que se te muera un hijo.

El juez de Fregenal entró en política en 1996 como director general de Justicia de su ministra, Margarita Mariscal de Gante. Fue delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha y en Andalucía. De ahí saltó a la vida orgánica y en junio de 2006 se convirtió en aspirante a la alcaldía de Sevilla. Ganó pero no gobernó y buscó el efecto Zoido. Cuatro años en la calle, haciendo lo que su equipo llama micropolítica, arreglando baches y visitando las casas de los vecinos. Sus adversarios políticos le tildaron de populista y de abrazafarolas pero arrasó en las urnas. Fue polémico que en su equipo de campaña no hubiera ni una sola mujer. Él, explicó, no cree en las cuotas. Ahora, desde la cúspide del PP andaluz dicen que Zoido seguirá siendo Zoido y haciendo política en la calle. Es como parece. Cuando se le pregunta si esto es transitorio o si será él candidato a la Junta solo dice que él será candidato a la alcaldía de Sevilla en 2015. De momento, toma las riendas del partido en el peor momento posible y con un halo de interinidad que desluce su nombramiento y suena a solución temporal. Deberá de encargarse de que el PP-A no se indigeste con la sucesión y que los alcaldes no se estrellen en las urnas y los ciudadanos los castiguen por los recortes de Rajoy. La calle, esa que tanto le gusta a Zoido para hacer política, está que arde. El PP tiene un grave problema aunque al juez en excedencia seguro que no se lo parece. Es su momento y Zoido hará de Zoido.

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