Kayros
Periodista
La callejuela del Zapillo, cara al mar, se convierte todos los años en un lugar de peregrinación de las organizaciones de izquierda en homenaje a Javier Verdejo, un joven estudiante almeriense caído mientras escríbía en la pared de un cine de verano estas asombrosas y revolucionarias palabras: pan, trabajo y libertad... Hay aniversarios que son puro sentimentalismo, empalagosa nostalgia; otros no, otros empujan hacia delante porque son un grito lacerante contra la actualidad. Por eso vemos que aunque hoy crezca el paro entre los jóvenes, haya menos libertades, echen a Garzón, se esté movilizando la ultraderecha en Europa y se discuta la autonomía andaluza, las fuerzas mayoritarias que hicieron la transición se descuelgan de este homenaje.
No está el Partido Popular, por supuesto; no está tampoco el PSOE. Tempus fugit. Están en cambio el Sindicato Andaluz de Trabajadores, están USTEA, está, en fin, la Mesa andaluza soberanista, integrada por Nación andaluza, Jaleo, Andalucía Comunista y Red Roja andaluza. En definitiva, asisten los que querían la ruptura en el franquismo, no el aguachirle que hoy tenemos. No sé la suerte que hubiera corrido este país de hacer las cosas de otra manera, pero está claro que Verdejo no murió por un despido libre y barato, por un perdón casi general a los defraudadores, por una juventud sin esperanza. Es más, quizá no reconociera ahora a muchos de sus colegas que han hecho carrera con la política y otras excrescencia del carguito. Por eso ya no acuden al cine de verano. Es muy comprometido y además hace un calor del demonio.
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