Andalucía elige: o susto o muerte

Juan Carlos Blanco

Director de El Correo de Andalucía

¿Se imaginan una manifestación por las calles de Sevilla al estilo de la que hemos visto este martes en Barcelona, con un aluvión de banderas blanquiverdes y masas enfervorecidas reclamando la independencia? Sí, ya lo sé, es inimaginable, entre otras cosas por tres razones: 1. Porque aquí no hay ni un mínimo atisbo de sentimiento soberanista; 2. Porque aquí no hay quien se levante cada mañana pensando que España le quiere hacer la vida imposible y que sin ella viviríamos mejor, y 3. Porque Griñán no participa de estos delirios mesiánicos ni se cree un Moisés dispuesto a llevar a su pueblo a la tierra elegida.

Ni el victimismo ni la apelación constante al agravio forman parte de nuestro ADN social y eso hace imposible una demostración como la que se ha visto esta semana en Cataluña. Pero les aseguro algo: lo que sí que empieza a haber son motivos sólidos para que se exprese el malestar de Andalucía ante un trato a las regiones que puede ser desigual. Vamos a ver qué ocurre en las próximas semanas cuando el Estado reparta los 18.000 millones con los que acudirá al rescate de las comunidades pero les anticipo que lo que está pasando ahora, salvo que la situación se relaje, no presagia nada bueno.

Lo primero es lo primero. Vamos a dejarnos de eufemismos. Lo dijimos cuando lo pidieron Cataluña, Valencia y Murcia y por coherencia lo tenemos que decir ahora: Andalucía será rescatada por la Administración Central. Así, con todas las palabras y asumiendo que el término es peyorativo y que juega en nuestra contra. Es verdad que estrictamente lo que se ha anunciado es que Andalucía acudirá al Fondo de Liquidez Autonómica, pero aparquemos los tecnicismos. Lo que hace es pedir un rescate por su incapacidad manifiesta para afrontar sus pagos y sus vencimientos de deuda con los bancos.

¿Tiene responsabilidad el Gobierno andaluz ante esta situación de cuasi bancarrota? Pues claro que tiene su parte, pero seamos justos: si Andalucía tiene que ser rescatada no es porque aquí se haya emprendido una carrera loca de excesos y megalomanías o porque se haya actuado con irresponsabilidad o negligencia (bueno, salvo en el vergonzante caso de los ERE), sino porque se le han cerrado de forma abrupta y dramática todas sus fuentes de financiación en aras del cumplimiento sagrado de los objetivos de déficit. Y de eso tienen una grandísima parte de culpa tanto el Gobierno Central como algunos prebostes del PP que han hecho del cuestionamiento de Andalucía una obsesión cuyas consecuencias están siendo devastadoras.

A Andalucía y a la Junta la han dejado casi sin alternativas. De una parte, el Ejecutivo de Rajoy le ha quitado manu militari buena parte de su capacidad de endeudamiento (por cierto, en una proporción mayor que a comunidades donde sus gobernantes han actuado con una ligereza casi paranoica) y se ha puesto de lado cuando se le ha solicitado un anticipo. Y de la otra, se ha encontrado con un cerrojazo absoluto de los bancos, que prefieren prestarle el dinero vía el Fondo de Liquidez porque así se encuentran con el aval suplementario de la Administración Central.

En tal tesitura, poco queda más que elegir entre susto o muerte. O se acude al rescate, con todo lo que eso conlleva, o se entra en una situación cercana a la suspensión de pagos que conduciría, esta vez sí, al colapso de la Administración autonómica. Así que más nos vale que restemos dramatismo a esta petición y que la encuadremos en lo que es: una solicitud a la que hay que agarrarse en estos tiempos en los todos los flujos para financiarse se han secado de una forma cruel.

Y una cosa más. Estoy convencido de que Zoido simplemente se lió cuando afirmó el jueves que Andalucía necesitaba un “rescate político” , pues en ese caso estaríamos hablando de que el PP querría ‘ganar’ en este conflicto lo que perdió en las urnas el pasado marzo. El argumento suena demasiado retorcido, pero mucho cuidado porque quienes lo alimentan no son solo quienes los denuncian en beneficio de sus intereses (PSOE/IU) sino quienes desde el PP y el universo más conservador están un día sí y el siguiente también subrayando que Andalucía está arruinada y que esto es un Apocalipsis del que hay que salvar a los andaluces de bien.

Aquí sobran victimismos, salvadores de la región y abonados a las teorías conspiratorias y falta sentido de la responsabilidad, mesura y claridad. Andalucía no es ningún paraíso ni nada que se le parezca, pero tampoco es ese jardín administrado por irresponsables, vagos y maleantes que han dilapidado el patrimonio de todos. Conviene recordarlo, sobre todo si queremos que alguien nos preste el dinero necesario para que no se hunda.