Luis Rogelio Rodríguez-Comendador
Alcalde de Almería
Aunque a nadie escapa que las administraciones atravesamos un momento especialmente complicado en el capítulo económico y que no resulta fácil la generación de recursos económicos que permitan afrontar con diligencia y rapidez proyectos y necesidades infraestructurales, creo que la voluntad de diálogo y entendimiento son dos factores que sin duda ayudan a corregir y mejorar esta situación. En este sentido, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía han abierto un frente de diálogo y entendimiento de cara a la agilización de cuestiones que entendemos básicas para el futuro de Almería y que están en la mente de todos: soterramiento, la recuperación de la Plaza Vieja, el solar del 18 de Julio o la ampliación de la depuradora, entre otros.
Reunión alcalde-delegada |
La ronda de contactos y conversaciones que hemos retomado con la nueva delegada de Gobierno de la Junta, Sonia Ferrer, nos hace albergar razonables esperanzas de poder conseguirlo. Es por ello que resulta especialmente positiva la voluntad de acuerdo y colaboración que ambas administraciones estamos poniendo sobre la mesa, de cara a una mejor y más fluida colaboración. Y ello no sólo hay que entenderlo como una buena noticia a nivel institucional, en unos momentos marcados por una improductiva espiral de desencuentros políticos, sino que sobre todo debe leerse como una buena noticia para los almerienses.
Creo y creemos que las prioridades de las administraciones en estos momentos pasan antes por el servicio y la gestión que por el debate político, sobre todo en unos momentos de especial dificultad económica que aconsejan el pragmatismo de preferir un mal acuerdo a una buena pelea. Nuestra voluntad, insisto, es la de dialogar con franqueza y escuchar con respeto para procurar el adelanto en cuestiones que están instaladas en el capítulo de lo incierto y lo demorado en exceso. Allá donde podamos colaborar, colaboraremos con lealtad institucional anteponiendo la innegociable voluntad de sumar a la tentación de buscar titulares o promover el enfrentamiento. Almería y los almerienses se merecen este esfuerzo compartido para poder cumplir el objetivo final de mejorar nuestra capital y provincia dentro de nuestras diferentes órbitas de responsabilidad. Agradezco por tanto a la Junta de Andalucía su buena disposición al diálogo y al acuerdo por estos temas capitales, animándola a que, poco a poco y entre todos, podamos borrar términos como "incumplimiento" o "retraso", por desgracia tan comunes y frecuentes, de la agenda política cotidiana en Almería. Es cierto que con la administración política de la Junta de Andalucía nos separan legítimas diferencias políticas y de percepción de numerosas cuestiones que, a mi juicio, no deben suponer una frontera insuperable o un muro con el que chocar perpetuamente.
Creo y creemos que las prioridades de las administraciones en estos momentos pasan antes por el servicio y la gestión que por el debate político, sobre todo en unos momentos de especial dificultad económica que aconsejan el pragmatismo de preferir un mal acuerdo a una buena pelea. Nuestra voluntad, insisto, es la de dialogar con franqueza y escuchar con respeto para procurar el adelanto en cuestiones que están instaladas en el capítulo de lo incierto y lo demorado en exceso. Allá donde podamos colaborar, colaboraremos con lealtad institucional anteponiendo la innegociable voluntad de sumar a la tentación de buscar titulares o promover el enfrentamiento. Almería y los almerienses se merecen este esfuerzo compartido para poder cumplir el objetivo final de mejorar nuestra capital y provincia dentro de nuestras diferentes órbitas de responsabilidad. Agradezco por tanto a la Junta de Andalucía su buena disposición al diálogo y al acuerdo por estos temas capitales, animándola a que, poco a poco y entre todos, podamos borrar términos como "incumplimiento" o "retraso", por desgracia tan comunes y frecuentes, de la agenda política cotidiana en Almería. Es cierto que con la administración política de la Junta de Andalucía nos separan legítimas diferencias políticas y de percepción de numerosas cuestiones que, a mi juicio, no deben suponer una frontera insuperable o un muro con el que chocar perpetuamente.
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