José Fernández
Periodista
De acierto en acierto hemos acabado coronando la cúspide de la miseria. Así estamos en Andalucía, con las arcas públicas llenas de grandes recuerdos y con la Junta pidiendo rescates al Gobierno central, que acabará siendo el rescatado rescatador de toda esta fiesta. Y es que no hay un duro. Lo repetiré por si acaso hay por ahí un letraherido de la LOGSE: no hay dinero. ¿Lo han entendido? Ahora que el concepto ha quedado tan claro como el caldito de un penal de posguerra, convendría precisar algunos detalles que pueden movernos a la reflexión.
Por ejemplo, en paralelo con esta declaración de asfixiante indigencia, el gobierno andaluz insiste en mantener la atención sanitaria a los inmigrantes ilegales porque, asegura, se trata de “un pequeño gasto.” Ah, bueno, si es pequeño y nos da la oportunidad de que Andalucía juegue a ser el Shangri-La del posibilismo social, adelante con los faroles. Ahora bien, del mismo modo que la felicidad está llena de pequeñas cosas (un pequeño yate, una pequeña mansión, etcétera) las grandes miserias están también llenas de pequeños gastos encadenados en desafortunada secuencia: un pequeño desparrame, un pequeño descontrol, un pequeño favor al partido, un pequeño ERE, un pequeño robo… y así.
No me parece mal que se quiera atender por razones humanitarias a los inmigrantes ilegales, pero creo que antes, o al menos al mismo tiempo que el gesto de escaparate, está el compromiso con los contribuyentes que sostienen el invento. Ojalá la misma Junta de Andalucía que quiere auxiliar universalmente a todos los seres humanos del mundo mundial tuviera la misma determinación para atender, por ejemplo, a las madres e hijos almerienses que llevan esperando años el prometido y comprometido hospital materno infantil, ése que pasó a los anales de la obra pública andaluza por haberse presentado sin proyecto, pero con maqueta. Propongo que la próxima concentración en pro del auxilio a los pateristas se realice en el polvoriento solar que espera, como el arpa bequeriana, que el prometido hospital comience a levantarse de una puñetera vez.
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