Pijo ácrata

Luis Pérez Montoya 
Secretario General del PSOE de Adra 
 
Parece que el peligroso divorcio del que hablaba la semana pasada entre la ciudadanía y la política no es el único que se está tramitando estos días en los juzgados. El Partido Popular, celoso de la cariñosa resolución judicial del caso de los detenidos por rodear el Congreso, ha decidido iniciar los trámites de separación de la justicia. No ha podido soportar más que el juez Pedraz nos llamara clase decadente a los políticos y que nos culpase, en cierta medida, de que los ciudadanos se vean obligados a expresarse en la calle y le ha devuelto sus cartas y sus fotografías. Eso sí, no sin antes regalarle algunos halagos en el remite por boca de (mire usted quien viene a hablar) el diputado por Almería y vieceportavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, el refinado señor Hernando, que le ha llamado, al juez, pijo ácrata. O sea, que es un joven de posición social elevada, que sigue la última moda, tiene modales y una forma de hablar afectados y muy característicos y que es partidario de suprimir toda autoridad. Es decir que defiende una sociedad sin gobierno. Resumiendo, que es un perro flauta bien vestido, con dinero en los bolsillos que quiere cargarse al Gobierno.

A don Rafael no le preocupa que hayamos visto a través de todas las televisiones que las actuaciones más violentas no venían precisamente de los manifestantes, que hubiese agentes infiltrados que los propios compañeros consideraron peligrosos y llegaron a golpear en medio de algo que parecía una extraña detención, que la delegada del Gobierno en Madrid plantease (aunque después se comiese sus propias palabras) un recorte en el derecho constitucional de manifestación o la gravedad de la denuncia que presentó la policía el pasado 14 de agosto indicando que la intención de los convocantes de la marcha era "ocupar una de las instituciones públicas más importantes del Estado", el Congreso de los Diputados. Olvidando que fue precisamente la señora Cristina Cifuentes quien autorizó la manifestación asegurando en su acuerdo que, realmente, "la convocatoria no pretendía ocupar el Congreso", sino que "la verdadera intención de la convocatoria" era "permanecer de forma indefinida en el Paseo del Prado, en las inmediaciones" de la Cámara.

A él lo que le ha molestado es que el señor juez se haya atrevido a aludir la convenida decadencia de la denominada clase política, que haya archivado la causa y que no considere delito la defensa de ideas o doctrinas, por más que éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional. Y sobre todo lo que más le ha disgustado es que a partir de ahora, con todo ese griterío, no va a poder concentrarse en su escaño del Congreso para preparar los exabruptos de su siguiente discurso.
(Diario de Almería)

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