Emilio Ruiz
Primero, la anécdota. Historia pura. Era el día 16 de noviembre de 1966. Visitaba Almería el ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz. Acudió a Berja. Tras saludar al vecindario desde el balcón municipal se dirigió a Castala, donde almorzó. Por la tarde, jornada de trabajo en el Gobierno Civil, donde se reunió con una comisión de alcaldes que le entregaron un cuaderno de peticiones. “Contad con mi ayuda…”, les dijo. Los alcaldes irrumpieron en aplausos y vítores al régimen. “No he terminado –prosiguió Silva-: decía que contéis con mi ayuda… si no llueve en Valencia”.
"Almería necesita una intervención urgente" |
Los alcaldes tornaron en rostro de confusión lo que antes era cara de alegría. “Si no se explica, Señor…”, inquirieron. El ministro les informó que en Valencia, con frecuencia, se producen inundaciones. Y que, cuando esto pasa, el Gobierno se ve obligado a librar partidas extraordinarias que se detraen de otras inversiones previstas. Conclusión que sacaron los alcaldes: que libraran lo que libraran para Almería, al final las inversiones las iban a hacer en Valencia, pues era raro el año que Valencia no se inundaba.
Esto pasó cuando España era una dictadura. Ahora, con la democracia, las cosas no se hacen de forma tan burda. Pero el procedimiento sigue siendo parecido: hay que detraer dinero de donde sea para socorrer a quienes se encuentran sumidos en la desgracia. Una parte de nuestra provincia ha sido devastada por la gota fría. No hace falta decir a quienes nos administran de dónde tienen que sacar el dinero. Tendrán que sacarlo de donde sea. Lo que está claro es que Almería necesita una intervención urgente que palie los daños que el temporal ha ocasionado en bienes públicos y privados. Y esa intervención es necesaria ya. Mejor ayer que mañana.
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