Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
La sucesión de Javier Arenas en el PP andaluz está siendo tan complicada como se esperaba. Suplir un hiperliderazgo como el del popular durante casi dos décadas no es cuestión de semanas, ni de meses. A Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla y presidente del PP-A, le está costando. El pasado jueves, al término de su intervención en el pleno del Parlamento andaluz frente al socialista José Antonio Griñán, varios diputados de sus filas mostraron su desconcierto, su desazón y hasta su preocupación. El presidente del Gobierno andaluz ha adoptado un tono displicente, de cierto ninguneo frente a su adversario. Salió del hemiciclo bromeando con lo fácil que se lo ponía Zoido. “Los jueves al sol”, tituló uno de sus colaborares. En ese careo, el tercero que celebraban, se permitió pedirle que dé la cara por Andalucía pero también que defienda las ideas de su partido y de Mariano Rajoy. “Sea valiente, no mire para otro sitio”, le soltó Griñán a Zoido mientras más de un popular mudaba el rostro.
Griñán y Arenas |
No hubo que rascar mucho para palpar el malestar en su grupo. No solo por parte de quienes en la anterior etapa formaban parte del equipo de escogidos de Arenas. Es normal que en una transición la vieja guardia se resista a entregar el testigo. En el PSOE andaluz lo saben bien. Entre los suyos también hay desnortamiento. Por más que el entorno de Zoido diga que no es verdad y que esto son cosas interesadas de cierta prensa –algo por otra parte muy normal en el entorno del alcalde de Sevilla–.
Hay dos asuntos que encienden las alarmas. Primero, la sensación de que Zoido es un líder por obligación, sin interés por comerse al adversario político en el Parlamento. Él mismo ha declarado que su futuro no es ser candidato a la presidencia de la Junta sino alcalde de Sevilla. Ese halo de líder de transición le resta fuerza y también credibilidad. Es un problema que antes o después el PP-A deberá resolver. En el caso de los socialistas, Griñán proclamó que el líder del PSOE andaluz era él y precipitó un congreso extraordinario para romper los lazos con su antecesor. Nadie se imagina a Zoido rompiendo amarras públicamente con Javier Arenas, aunque en el equipo más estrecho del actual presidente del PP-A a muchos les gustaría borrar de raíz cualquier vestigio de la otra etapa. Lo de Freud de matar al padre existe en política. Más si Arenas se convierte de la noche a la mañana en el interlocutor para Griñán y frente al Gobierno de Rajoy. En una etapa clave en las relaciones políticas entre ambos gobiernos, el exdirigente popular ha emergido como el hombre de Rajoy y Montoro en Andalucía. Y no se sabe qué opina Zoido de esto. Arenas es discreto. Evita hablar en público pero se deja ver. Las cámaras lo captaron en el Parlamento departiendo con Griñán. La imagen es ya habitual. Arenas es diputado y trabaja desde un pequeño despacho en el Parlamento para evitar estar en San Fernando –sede del PP de Andalucía–.
En las filas del PP andaluz hay opiniones encontradas. Algunos diputados dan por hecho que Zoido será el candidato a la Junta. “En otro caso le estaría haciendo un flaco favor al partido”, advierten. Otros entienden que Zoido dará un paso atrás y que con el margen de un año antes de las elecciones el PP andaluz pondrá de largo a su aspirante a desbancar al PSOE del Gobierno de la comunidad. Está por ver. Zoido sigue llevando el rótulo de alcalde por delante del de candidato a la Junta y eso molesta y despierta agravios territoriales importantes.
El segundo motivo de desazón para los populares es que Zoido no se ha hecho de un equipo potente en el ámbito autonómic0. Quizás para deshacer esas impresiones se le vio en una mesa de boda, interminable, compartiendo almuerzo el jueves en la cafetería del Parlamento. Las comparaciones son odiosas, dicen las madres, pero existen. Hay responsables del PP andaluz que admiten que la agenda de Zoido en la alcaldía es difícil de compatibilizar con la de presidente regional. Recuerdan como Arenas recitaba su pregunta desde el lunes anterior al jueves del pleno. Machacaba, preguntaba, repreguntaba y agotaba a su equipo. Zoido comparte ese cartel de trabajador exigente e incansable, pero no le da tiempo.
Para el presidente del PP andaluz piden tiempo de rodaje. Y no hay diputado de su círculo más próximo que no saque a relucir que Arenas nunca ganó unas elecciones en Andalucía y a Zoido lo avala una mayoría absoluta histórica en Sevilla. Insisten en que su estrategia de la micropolítica funciona. Aseguran los suyos que ese cara a cara en el Parlamento cada quince días no interesa a ningún ciudadano. Puede ser, pero se equivocan en una cosa, a quienes sí les importa que Griñán gane en el ring parlamentario es a los 50 diputados del PP. Es importante que se empodere y ejerza de líder. Y el efecto Zoido no llega al PP andaluz.
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