Emilio Ruiz
Hay un chiste viejo, tan viejo que data de cuando aún teníamos la peseta, que dice que va un señor por la calle voceando “¡A peseta, a peseta!”. Ante oferta tan golosa, todos los vecinos acuden a su encuentro. “¿Qué vendes?”, le preguntan. “Nada”, responde el vocinglero, “pero ¿verdad que es barato?”.
Un euro son más de 166 pesetas |
Como decía el charlatán vendedor de mantas de antaño, podríamos decir que un euro no es ni una peseta, ni diez pesetas, ni cien pesetas. Un euro son más de 166 pesetas. Un euro es, poco más o menos, lo que cuesta un periódico, un litro de leche, un par de yogures o lo que vale el pan que consumimos en casa durante un día. No es pecata minuta un euro. Si el vendedor de humo del chiste saliera a la calle voceando “¡A euro, a euro!”, segurísimo que no se iba a encontrar con tanta gente dispuesta a comprar su producto.
El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha anunciado que los madrileños también pagarán, a partir del día de año nuevo, el repago. Dice, como dicen todos, que no es con ánimo recaudatorio, que es con ánimo disuasorio. Es falso. Admitamos que con ánimo disuasorio se estableció el copago farmacéutico, pero el repago no tiene otro fin distinto de la avaricia recaudatoria. Lo triste es que esta avaricia quiera saciarse a costa de quienes acuden en busca de un remedio que alivie su dolor. Quienes nos administran la crisis carecen de compasión: no se conforman con ensañarse con los muertos, poniéndoles el IVA al mismo tipo que los artículos de lujo, sino que también se ensañan con los vivos que hacen lo que pueden por no morir. Recemos aquí, en Andalucía, a san Griñán y a san Valderas para que los enfermos no tengan que aliviar su dolor con más penas de las que tienen.
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