Emilio Ruiz
A los sesenta empleados de Banesto en la provincia de Almería, la absorción de la entidad por Banco Santander, su matriz, les ha cogido con relativa sorpresa. Desde hace unos meses los comentarios entre sus empleados de a pie y entre éstos y sus equipos directivos eran tan frecuentes como variados. Unas veces se decía que el futuro pasaba por la consolidación de la marca, incluso con la anexión de algunos de los bancos que ahora están a punto de ser subastados. Catalunya Bank aparecía en todas las quinielas. Pero otras, como la semana pasada, los comentarios conducían hacia un adelgazamiento de la entidad con el traspaso de algunas sucursales a su banco matriz.
Emblemática oficinas de Banesto en el Paseo de Almería |
Lógicamente, una decisión como la tomada ayer no se toma de la noche a la mañana. Son decisiones que se adoptan con una planificación adecuada, además de con una diligencia severa, exigible por la condición de empresas cotizadas. Pero los empleados de Banesto, y también los de Santander, llevaban varias semanas con la mosca detrás de la oreja. La pasada semana, sin ir más lejos, unas brigadas de operarios recorrieron todas las oficinas con cintas métricas en las manos. Está claro, ahora, que la acción formaba parte del plan de estudio de oficinas con vistas a valorar cuáles deben cerrarse y cuáles deberán recibir al personal y la clientela de aquéllas.
A pesar de que el 90 por ciento del capital social de Banesto está en manos del Santander –el otro diez por ciento restante corresponde a minoristas-, la entidad goza de una amplia autonomía en la toma de decisiones. Últimamente se estaba acelerando la unificación de productos entre matriz y filial, pero los comités de riesgos son diferentes y no resulta nada extraño ver cómo operaciones que una entidad deniega la otra la aprueba. Por no hablar de condiciones distintas para productos similares, lo cual era bastante frecuente.
En la provincia de Almería el Banco Español de Crédito tiene veinticuatro oficinas, una de ellas, en la capital, dedicada solamente a empresas. El número de empleados ronda las seis decenas. Ahora, con la absorción, es lógico que esos sesenta trabajadores estén preocupados por su futuro. Al ser Santander y Banesto entidades diferentes, cada una de ellas decidía la ubicación de sus oficinas sin tener en cuenta la disposición de la otra marca. En la capital, muchas oficinas de Santander y Banesto se tocan con la mano o se miran a los ojos. En la provincia, también son bastantes los pueblos (Roquetas, El Ejido, Vera, Garrucha…) que acogen su convivencia. La absorción conlleva necesariamente un cierre de oficinas y la rescisión de contratos a varias decenas de empleados.
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