Golpes de pecho en el Ayuntamiento de Almería

Juan D. Gómez 
Estudiante de Trabajo Social 
La estrecha línea que en nuestra ciudad separa Iglesia y Administración Municipal ha vuelto a ser franqueada por nuestro alcalde, haciéndole entrega a la Virgen del Mar del bastón de Alcaldesa Honoraria de la ciudad. Probablemente este trozo de madera, cuya devoción de muchos almerienses merece mi respeto total y que en ningún momento estoy tratando de menospreciar, lo haría mucho mejor que Comendador, más afanado en salir a diario en medios de comunicación locales o en su tarea de senador que en trabajar por y para la ciudad, dotándola de servicios públicos y organizando actividades culturales que den a los almerienses en tiempos de crisis alternativas de ocio que no sean previo-pago, a diferencia de la Escuela Municipal de Música o los gimnasios municipales que primero pagamos y después regalamos a empresas para su explotación.
Explosiva mezcla
Y es que esto es así desde que el mundo es mundo. Parece difícil imaginar un acto religioso de relevancia en el que no estén presentes los mediáticos concejales de la capital: desde la chicotá de no sé qué hermandad en Semana Santa hasta la misa de no sé qué importante obispo de la ciudad.

Yo no puedo evitar preguntarme: ¿hasta qué punto tienen derecho estos señores de ligar el Ayuntamiento de Almería, un ayuntamiento que pertenece a todos sus ciudadanos, a una confesión religiosa? Como agnóstico no puedo evitar sentir pudor cada vez que un político de esta ciudad se ajusta la corbata, pone cara de no haber roto un plato y disimula para que no se note que es consciente de la presencia de las cámaras. Muchos golpes de pecho y muchos valores cristianos que, al igual que la jerarquía religiosa, luego no demuestran en su labor de gestores públicos, en la que ponen más empeño en contentar a sus empresas amigas, mantener su tren de vida o cuadrar las cuentas que en promover el bienestar de la ciudadanía.

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