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In memoriam: Pototo, locutor total

Antonio Torres 
Director de Canal Sur en Almería 
 
Álvaro Cruz, Pototo (Melilla, 1934-Almería, 2012), representaba la memoria de la radio desde que adquirió gran popularidad con su pareja radiofónica Emilia Martín, quien desarrolló su carrera de éxito como locutora en Radio Almería. La pareja revolucionó a una creciente audiencia. El consumo de radio se disparaba al filo de los años sesenta y los profesionales eran conscientes de la importancia del medio. Se buscaba la participación, con programas realizados de cara al público. La audición de Ondas de Medianoche, creado y dirigido por Sigifredo Ortega, aglutinó a los locutores más populares del momento en Almería como Pototo y Emilia Martín. De ahí que Álvaro Cruz adoptara el nombre infantil de Pototo, su fan en la infancia. Desde aquellos años en Almería hablar de Pototo es referirse a Álvaro Cruz. Era un personaje popular en el programa de éxito que se emitía los sábados por la noche en el patio del Jazminero de Radio Juventud. Este programa figura entre los de mayor prestigio de la radio local que inició Sigifredo Ortega. Había un concurso de intérpretes noveles y en definitiva un programa de entretenimiento en el que se dieron a conocer cantantes y autores de aquella Almería, como el guitarrista Richoly. Famosos como Carmen Sevilla pasaron por el programa, que estaba patrocinado por El Águila. Era un programa que traía de cabeza a toda Almería, incluida la capa cultural de la época. Participaban colegios públicos y privados. Un sacerdote, José Burló, presidía el jurado para conceder premios en metálico.
 
Pototo, inolvidable
Las primeras llamadas para darme la noticia de la muerte del maestro Pototo me las dieron los compañeros Joaquín Segura, Marta Rodríguez y Joaquín Romero, de la Ser, que me puso en antena para glosar la figura de un hombre de radio.
 
Un ejemplo de la pobreza de la radio lo representa cuando el Almería llegó a Primera División en 1979. Muchas retransmisiones las hacía el propio Pototo para las tres emisoras. La radio era puro entretenimiento, pero la situación económica se fue empobreciendo porque la tele fue arrebatándole el liderazgo. La radio recobró su credibilidad y fuerza a partir de la tarde de los transistores, la del 23-F, cuando unos pistoleros quisieron acabar con la democracia y la radio estaba allí en directo para parar el golpe de unos iluminados. Pototo estuvo siempre atento. Cuando ocurrían desgracias, cuando nos pasaban cosas, desde conflictos en la pesca o la falta de viviendas, la radio acudía e impulsaba festivales benéficos en la Plaza de Toros o en los teatros de la ciudad. Fue uno de los pioneros de la información política durante la Transición, en la Cope, junto a Pepe Olmedo.
 
Para Francisco Moncada, su director durante tantos años, en Radio Popular y Cope, fue el locutor total, la estrella. No había acto popular en la capital o provincia en el que no se reclamara la presencia de Pototo, pregonero además de decenas de acontecimientos. La voz de su hermano Francisco Cruz Curri le ha esperado en un lugar para advertirnos que el periodismo debe estar con la gente y con las personas.
 
Acabamos de despedirlo en el Tanatorio de Almería. Hemos podido abrazar a su familia y a su hija Yolanda, que trabaja en el mundo audiovisual, y a ilustres compañeros que sienten su pérdida, como Pilar Pizaro, una de las pioneras locutoras de Radio Popular; María Rosa Granados, Juan Torrijos, José Antonio Belda, José Ángel Pérez, de Radiocadena y RNE; Antonio Felipe Rubio, hombre de radio, pese a sus experiencias en la televisión municipal, y por supuesto, a Francisco Moncada, el director de Pototo durante más de un cuarto de siglo. La memoria de la radio sigue sintonizando con el afable Pototo.

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