Joaquín Jiménez
Portavoz del PSOE de el Ayuntamiento de Almería
En el siglo XVIII, Mendizábal, el ministro favorito de la reina regente María Cristina de Borbón, desarrolló un proceso de expropiación forzosa de terrenos e inmuebles infrautilizados, propiedad en su mayoría de la Iglesia católica y de la nobleza, con objeto de paliar la pobreza, conseguir patrimonio para el Estado y potenciar el florecimiento de una nueva clase social: la burguesía.
Analizando el mapa de los convenios urbanísticos que tiene en marcha el Ayuntamiento de Almería y repasando los nombres de las instituciones que están detrás de estas operaciones, da la impresión de que asistimos a una segunda desamortización, pero en este caso, justo en el sentido contrario. En los últimos seis meses el alcalde de Almería ha puesto en marcha nada menos que quince convenios urbanísticos, tres de ellos con congregaciones religiosas como La Salle, Las Adoratrices y la Compañía de María, y otros dos más con la sociedad pública estatal Correos y la Diputación Provincial. El objeto de estos convenios no es favorecer el interés general sino incrementar la dotación de vivienda en lugares ya de por sí saturados, vaciar de equipamientos públicos el centro y generar movimientos económicos que sólo benefician a unos pocos. Eso sí, el Ayuntamiento recibirá ciertos ingresos a cuenta de las plusvalías por la recalificación de terrenos.
Pero no todo vale. Estaremos de acuerdo en que, si algo sobra en esta ciudad, son viviendas vacías y que, por el contrario, Almería cada vez está más hueca de espacios y servicios públicos, ésos que convierten una ciudad en una capital de provincia. No es posible que el centro haya dejado de ser referencia obligada para los municipios. Baste como ejemplo lo ocurrido con el edificio de Correos, cuya central se encuentra cerrada a cal y canto, y con sus oficinas dispersas por distintos barrios. El Ayuntamiento no está sabiendo rentabilizar socialmente esta circunstancia; no está por la labor de aprovechar espacios abandonados como éste para radicar servicios tan necesarios como la gran biblioteca central de la que adolece Almería, ciudad universitaria, con un Campus de casi 14.000 alumnos, a los que se suma una cada vez más nutrida plantilla de opositores.
Se cambian colegios por viviendas, servicios públicos por comercios, edificios municipales por academias, y todo en post de una rentabilidad que no beneficia los ciudadanos. Cada vez resulta más caro ir a un pabellón municipal a hacer deporte y hoy en día es más barato tomar unas clases de piano en la academia de la esquina que ir a la Escuela Municipal de Música.
En su momento solicitamos que la Casa de las Mariposas se convirtiera en la gran biblioteca sobre la que orbitara la vida cultural de la ciudad, pero el Ayuntamiento miró hacia otro lado. Ahora tampoco le parece adecuado el edificio de Correos porque la operación no resulta rentable. Queremos que el Ayuntamiento aproveche la oportunidad de hacerse con este inmueble, solicitando su cesión al Gobierno, porque resultaría gratuito para las arcas municipales, además de que reúne una serie de características que lo convierten en el lugar idóneo, como estar en pleno centro. Mucho nos tememos que la elección del antiguo Sanatorio Virgen del Mar no sea más que una maniobra de distracción y que no llegue a materializarse, pues una biblioteca no es un buen negocio o ¿acaso vamos a pedir a los jóvenes que paguen por sentarse delante de los libros?
Por eso, vamos a ser implacables en solicitar al alcalde que demuestre su compromiso con la inclusión de la partida correspondiente en los Presupuestos Municipales para el año 2013, de forma que se puedan acometer cuanto antes los trabajos de adecuación del edificio. Estoy seguro de, al menos, lo pensará pues, lo más probable, es que no desee que su etapa al frente del Ayuntamiento de Almería pase a la historia como la de “la desamortización pública de Comendador”.
Analizando el mapa de los convenios urbanísticos que tiene en marcha el Ayuntamiento de Almería y repasando los nombres de las instituciones que están detrás de estas operaciones, da la impresión de que asistimos a una segunda desamortización, pero en este caso, justo en el sentido contrario. En los últimos seis meses el alcalde de Almería ha puesto en marcha nada menos que quince convenios urbanísticos, tres de ellos con congregaciones religiosas como La Salle, Las Adoratrices y la Compañía de María, y otros dos más con la sociedad pública estatal Correos y la Diputación Provincial. El objeto de estos convenios no es favorecer el interés general sino incrementar la dotación de vivienda en lugares ya de por sí saturados, vaciar de equipamientos públicos el centro y generar movimientos económicos que sólo benefician a unos pocos. Eso sí, el Ayuntamiento recibirá ciertos ingresos a cuenta de las plusvalías por la recalificación de terrenos.
Pero no todo vale. Estaremos de acuerdo en que, si algo sobra en esta ciudad, son viviendas vacías y que, por el contrario, Almería cada vez está más hueca de espacios y servicios públicos, ésos que convierten una ciudad en una capital de provincia. No es posible que el centro haya dejado de ser referencia obligada para los municipios. Baste como ejemplo lo ocurrido con el edificio de Correos, cuya central se encuentra cerrada a cal y canto, y con sus oficinas dispersas por distintos barrios. El Ayuntamiento no está sabiendo rentabilizar socialmente esta circunstancia; no está por la labor de aprovechar espacios abandonados como éste para radicar servicios tan necesarios como la gran biblioteca central de la que adolece Almería, ciudad universitaria, con un Campus de casi 14.000 alumnos, a los que se suma una cada vez más nutrida plantilla de opositores.
Se cambian colegios por viviendas, servicios públicos por comercios, edificios municipales por academias, y todo en post de una rentabilidad que no beneficia los ciudadanos. Cada vez resulta más caro ir a un pabellón municipal a hacer deporte y hoy en día es más barato tomar unas clases de piano en la academia de la esquina que ir a la Escuela Municipal de Música.
En su momento solicitamos que la Casa de las Mariposas se convirtiera en la gran biblioteca sobre la que orbitara la vida cultural de la ciudad, pero el Ayuntamiento miró hacia otro lado. Ahora tampoco le parece adecuado el edificio de Correos porque la operación no resulta rentable. Queremos que el Ayuntamiento aproveche la oportunidad de hacerse con este inmueble, solicitando su cesión al Gobierno, porque resultaría gratuito para las arcas municipales, además de que reúne una serie de características que lo convierten en el lugar idóneo, como estar en pleno centro. Mucho nos tememos que la elección del antiguo Sanatorio Virgen del Mar no sea más que una maniobra de distracción y que no llegue a materializarse, pues una biblioteca no es un buen negocio o ¿acaso vamos a pedir a los jóvenes que paguen por sentarse delante de los libros?
Por eso, vamos a ser implacables en solicitar al alcalde que demuestre su compromiso con la inclusión de la partida correspondiente en los Presupuestos Municipales para el año 2013, de forma que se puedan acometer cuanto antes los trabajos de adecuación del edificio. Estoy seguro de, al menos, lo pensará pues, lo más probable, es que no desee que su etapa al frente del Ayuntamiento de Almería pase a la historia como la de “la desamortización pública de Comendador”.
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