Martí Saballs Pons
Subdirector de Expansión
Todos los días recibo una abundante riada de correos electrónicos. El 80 por ciento ni los abro. Con ver el remitente y el sujeto, los borro sin perder el tiempo. Suelen ser publicidad o propaganda, y de vez en cuando se sigue colando algún spam. Las noticias, informaciones e informes que valen la pena o son solicitados llegan por otras vías más clásicas. Sin embargo, ayer me llamó la atención un correo que habitualmente se hubiera ido a la papelera. En asunto ponía: “David Bisbal ofrecerá en exclusiva su CD del mítico concierto en el Royal Albert Hall en www.vente-privee.com”. Como estaba a la búsqueda de noticias positivas y ejemplos de negocios un poco distintos, recordé que han pasado ya diez años del primer concurso de Operación Triunfo, que seguí con gran interés semana a semana. Ganó Rosa, pero quien se llevó la fama con los años fue Bisbal. Y ahí permanece.
David Bisbal |
De aquella camarilla de triunfitos, Bisbal no era mi
cantante favorito. Me gustaban más Rosa, Chenoa y Carrasco. No he ido nunca a
un concierto del almeriense –ni siquiera cuando actuó en mi pueblo, La Bisbal
d´Empordà-, pero siempre lo he admirado. Su carrera merece un diez por
capacidad, trabajo e ilusión. No hay que valorar a Bisbal por lo que dice o
habla, sino por cantar. Tiene 4,5 millones de seguidores en Twitter y 1,1
millones en Facebook. Se ha convertido en uno de los españoles más reconocidos
internacionalmente. En su web está expuesto el calendario de conciertos del
primer trimestre del próximo año. Ni un deportista de élite supera tanto viaje.
En una época donde la venta discos toca a su fin, salvo para
coleccionistas y superfans, Universal, discográfica de Bisbal, ha puesto a la
venta su concierto en el Royal Albert Hall de Londres por 7 euros, y lo hace a
través de uno de los intermediarios de éxito de Internet, una de las empresas
que como LetsBonus, Privalia o Groupalia (entre otros) están logrando cambiar
los hábitos de consumo ofreciendo experiencias y productos a mejores precios.
David Bisbal ya es por sí mismo una empresa que genera
crecimiento y empleo. Sobresale en un negocio donde viejos rockeros, desde los
Rolling –con la excusa de los cincuenta años de su nacimiento- hasta Jethro
Tull, vuelven a pisar los escenarios y reeditan DVD y CD para rehacer su cuenta
corriente. De entre todas las industrias que han padecido y padecen los cambios
de paradigma, la musical es la que ha sabido reconvertirse más audazmente. En
toda la cadena de valor: desde los músicos a los agentes, pasando por los
teatros y áreas de conciertos y los sellos discográficos. De éstos, algunos han
desaparecido –o están en vías de hacerlo- por no tomar las decisiones
adecuadas, y otros se han convertido en algo más que un simple distribuidor de
música. Algunos grupos usan el marketing con mucho ingenio. Por ejemplo, Manu
Chao actúa en algunas ocasiones bien seleccionadas con alias. Y, con un estilo
de música similar, Makako prefiere iniciar sus giras en recintos de poblaciones
pequeñas. Entre los españoles más clásicos, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat
aprovecharon para cantar juntos el verano pasado para demostrar que siguen al
pie del cañón, y Julio Iglesias continúa arrebatando pasiones.
Modelos de éxitos en el negocio de la música pop y rock hay
más de lo que parece. Solo hay que dar con el cantante o conjunto que guste,
ganarse y fidelizar al público, y rodear se de un buen equipo de profesionales
que sean capaces de generar interés y desarrollar un plan de negocio adecuado.
No me vuelven loco ni David Bisbal ni Lady Gaga, y me harta ya soberanamente
U2, pero ahora que buscamos referencias para ver cómo salimos del atolladero
cuanto antes, no vendría nada mal contemplar estos fenómenos musicales como
ejemplos empresariales de primera magnitud. Y ninguno de ellos recibe
subvención pública ni depende de nuestros impuestos. Se agradece.
(Publicado en Expansión)
No hay comentarios:
Publicar un comentario