Pedro
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
La
celebración el pasado fin de semana de la Intermunicipal del
PP en Almería ha servido para poner El Toyo -mejor, para volver a poner el
centro multiusos de El Toyo (los socialistas ya lo habían hecho con su congreso
regional de junio)- en el mapa de los escenarios más funcionales para la
celebración de convenciones y congresos. Han sido dos cumbres políticas de
amplio impacto mediático, pero no han sido las únicas actividades celebradas
allí. Desde su reapertura en noviembre de 2011 ha acogido doce eventos
y, para este año, ya hay programados ocho. No está mal; o no sólo no está
mal, es que está fantástico.
Desierto de Tabernas |
Después
de seis años de óxido en las cerraduras y olvido en la memoria la ciudad ha
recuperado un espacio que parecía condenado a la inactividad. Sucede muchas
veces. Tenemos las cosas tan cerca que acabamos por percibirlas tan lejos que
caemos en el error de considerar inservible lo que nos puede ser
extraordinariamente útil.
Menos
mal que la crisis (algo tenía que tener de bueno) nos puso los pies en la
tierra y el proyecto multimillonario del palacio de exposiciones y congresos a
diseñar por Norman Foster en el recinto de la antigua feria no traspasó los
límites ilusionados de la quimera.
La
presentación de una idea debe ser saludada desde el interés porque una gran
marcha comienza siempre con un primer paso. De aquella ilusión el tiempo ha
demostrado que hubiese sido un error de dimensiones colosales haberla hecho
realidad. En una tierra yerma de proyectos no es censurable quien se afana en
tenerlos y quien se arriesga a exponerlos. Nunca critiqué (al contrario) a
Diego Cervantes por su defensa del proyecto de soterramiento de Leyra y
Bustinduy y nunca criticaré a Venzal por haber tenido la idea del palacio de
Foster. Luego la realidad acaba imponiendo sus condiciones, pero no
desdeñemos nunca la capacidad de generar ideas. Aquel imaginario arquitectónico
se desmoronó con el primer viento del sentido común y, años más tarde, ha sido
ese mismo viento el que ha quitado las telarañas del centro de El Toyo.
Almería
es hoy una capital y una provincia con capacidad para organizar cualquier tipo
de evento que no traspase las dimensiones de lo extraordinario. El Palacio de
Exposiciones de Aguadulce, el centro multiusos de El Toyo y los magníficos
teatros - auditorios de la capital, Roquetas, Vícar y El Ejido son excelentes
ejemplos de una oferta incuestionablemente atractiva. Sólo hace falta
revalorizarlos.
Ahora
ha sido el centro multiusos de El Toyo pero hay otros ejemplos que ratifican
tan improductivo comportamiento, tan errónea consideración. ¿Alguien puede
afirmar que los almerienses estamos explotando todas las posibilidades
que tienen el contar con miles de hectáreas de parques naturales? ¿Cómo podemos
contentarnos con la brevedad estética de un atardecer en el mayor
desierto de Europa y no aspirar a encontrar en la belleza de su aridez una
fuente de ingresos turísticos permanente? ¿Por qué nos contentamos con ser solo
la provincia del sol cuando también podemos ser la de la luna, convirtiendo el
Calar Alto, sin perturbar su actividad científica, en una zona privilegiada de
observación para los miles y miles de adictos a la astronomía que hay en
Europa?
He
citado solo algunas oportunidades, pero seguro que, si nos ponemos a pensar,
todas estas oportunidades se verían aumentadas de forma más que notable.
Almería tiene que pensar en sus posibilidades y aplicar en el desarrollo de las
mismas todo su esfuerzo.
Somos
un territorio por explotar, en la acepción más noble de la palabra. Solo hace
falta ponerse manos a la obra y aplicar siempre el sentido común. Hay cosas que
parecen estar muy lejos, cuando realmente están tan cerca.
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