De Romanones a Hernando: el inmovilismo político

José María Pérez Vicente
Abogado

Es antológica la anécdota protagonizada por don Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones. Este caballero fue elegido diputado ininterrumpidamente por la circunscripción de Guadalajara desde 1891 a 1923 en las listas del Partido Liberal. Y el secreto de sus reiterados triunfos electorales era una habilidosa combinación de caciquismo y clientelismo hasta el punto de hacer de la provincia alcarreña su verdadero feudo.

Conde de Romanones
En cierta ocasión, don Antonio Maura, que llegaría años después a ser jefe del Partido Conservador y Presidente del Consejo de Ministros en varias ocasiones, decidió disputar el escaño al jabonoso conde. Se presentó en Guadalajara y allí se le informó de que tendría muy complicada la cosa pues el Conde de Romanones ofrecía a cada elector 2 pesetas por voto y que eso había generado un tejido cautivo muy difícil de rasgar.

- Muy bien, dijo Maura. Si Romanones paga el voto a dos pesetas, yo lo pagaré a tres.

Y, dicho y hecho, Maura empezó a comprar los votos a tres pesetas. Pasados unos días Romanones llegó a Guadalajara, como siempre, a repetir la jugada. Pero cuando hubo llegado se le informó que ese año lo tendría realmente difícil puesto que Maura se le había adelantado y además había ofrecido tres pesetas por voto. Entonces Romanones no vaciló. Fue localizando a los electores que habían sido tentados por Maura y, uno por uno, les iba diciendo:

- Toma un duro y dame las tres pesetas (que habían previamente recibido de Maura).

El resultado lo pueden imaginar: Romanones arrasó, los electores se embolsaron cada uno un duro (cinco pesetas) y a Romanones los votos le costaron a dos, como de costumbre.

Ahora los votos los pagan de otra manera, porque en listas cerradas solo entran moscnes, y así el de Guadalajara puede presentarse por Almería durante las mismas décadas igual que el Conde de Romanones por Guadalajara...

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