José Fernández
Periodista
Más allá de la recurrente comparación del agravio y el discurso del “y
ustedes más y peor”, con el que habitualmente se salda en los medios la
aparición de cada nueva golfería, convendría asumir la necesidad de consensuar
un pacto de Estado que posibilite la regeneración del sistema de partidos, que
esclareciera responsabilidades y sentenciase culpabilidades sin distinguir
siglas. De no ofrecer a la sociedad un gesto de contricción e inmolación, el
personal acabará entregando su confianza a una serie de plataformas nebulosas y
grupetes posibilistas que, cargados de una considerable dosis de optimismo
antropológico, acabarían allanando el advenimiento de movimientos de salvación
populista a mitad de camino entre Marbella y Caracas. Un espanto aún peor que el
desolador panorama de la actualidad partitocrática española.
Los de 500 |
Así que, o sacamos
el barco del agua y limpiamos el casco de escaramujos y adherencias indeseables,
o nos vamos a pique. Pero para ello es necesario que los procesos abiertos no se
cierren con sentencias dilatadas y desleídas en el tiempo o atribuyendo la
culpabilidad a la prima segunda de un vecino del cuñado de un primo de uno que
una vez saludó a un consejero. Así no. La única salida de este momento de
postración es que, efectivamente, cada palo aguante su vela y que a nadie le
tiemble la mano cuando tenga que mostrar la puerta de salida a cuantos, llevados
por la codicia o la irresponsabilidad, han contribuido a asentar el erróneo
criterio de que todos los políticos son iguales. O salvamos el necesario
ejercicio de la política o ya llegará algo o alguien que nos haga añorar estos
tiempos de descrédito.
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