José María Pérez Vicente
Abogado
Oyendo hablar estos días a Rajoy y a algunos representantes del PP sobre el caso Bárcenas se
me acumulan las dudas, no sólo en cuanto al propio contenido de la realidad de
los hechos de la gestión económica interna del PP, sino sobre el propio
lenguaje que están utilizando. Porque percibo serias diferencias cuando se trata de un lenguaje sobre un texto
leído, producto de una meditada redacción, a un lenguaje generado sobre la marcha, que no improvisado, en las comparecencias públicas o en las escasas
respuestas recomendadas por el partido ante las preguntas de los periodistas.
Aquí echo de menos que los expertos en el lenguaje nos descifren el
metalenguaje sobre las claves de ambos lenguajes que utilizan los líderes del
PP: en el escrito previamente y leído, como Rajoy hizo el sábado pasado, y el
originado sin chuleta de lectura, como ayer en Berlín, y, momentos antes,
Floriano en comparecencia antes los medios de comunicación en Madrid.
Porque uno, sin ser experto en el lenguaje, encuentra notables diferencias e, incluso, posibles errores de transcripción de signos en esas intermitencias del lenguaje, que cambiarían radicalmente el sentido de lo que creemos que han dicho realmente o han pretendido que entendamos. De ahí, deduzco, que Rajoy no quiera preguntas, porque su lenguaje originado ante ellas, aunque pueda no ser improvisado sino meditado, sea aún distinto al deseado, previamente escrito.
En cualquier caso, como bien expresaron en su momento tanto Zubiri como Ortega y Gasset, la verdad no sólo es el descubrimiento de lo que "la cosa es", en el sentido de los clásicos griegos, sino también en el sentido hebreo de la "emunah", o sea, la voluntad y los hechos fieles a la promesa efectuada. Y aquí, tras el incumplimiento reiterado de las promesas de Rajoy, la verdad "emunah" brilla por su ausencia.
Una experta nos aclara el lenguaje de Rajoy:
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