David Uclés
Director del Instituto de Estudios de Fundación Cajamar
Ya he comentado en otras ocasiones la importancia de alcanzar una dimensión
mínima con respecto a las empresas de comercialización de frutas y hortalizas,
de forma que estén capacitadas para hacer frente a las presiones y, lo que es
más relevante, a las demandas de la Gran Distribución.
Cabezas tractoras de la empresa Cabrera |
Pues bien, una reciente encuesta llevada a cabo por un equipo de la
Universidad de Almería (y que en breve estará disponible) entre empresas
comercializadoras de esta provincia, viene a aportar más evidencias sobre esta
cuestión. Uno de los resultados que más me ha llamado la atención es que las
empresas más grandes afirman que su planificación toma como referencia las
demandas de los minoristas. Por el contrario, las empresas más pequeñas tienen a
tomar como referencia de partida las producciones de sus proveedores (los
agricultores).
Bien saben los que me han leído alguna vez la importancia que este
“juntanúmeros” le da a la profesión de agricultor (siendo la poca relevan
relevancia social de la misma una de las posibles causas de la relativa
debilidad en la que se encuentran en este momento). Sin embargo, también creo
que la única agricultura posible es la que tiene en cuenta lo que quieren los
consumidores, por encima de las preferencias de los propios agricultores. Aunque
pueda suceder que el mix propuesto por ellos sea de más calidad objetiva. El
consumidor, si no está informado previamente, tendrá unos valores que
posiblemente no serán coincidentes con las de los productores (y es según éstos
como toma sus decisiones de compra). En este sentido, es mucho más probable que
sobreviva una empresa que objetiva su programación pensando en el mercado (la
demanda) que otra que lo haga pensando en los agricultores (la oferta).
Hay otra cuestión en la que se diferencian las grandes de las pequeñas. Se
trata del I+D+i. Aunque ni unas ni otras reconocen tener capacidades propias
para llevarlo a cabo, de las respuestas se desprende que las grandes sí que
llevan a cabo procesos de desarrollo, bien colaborando con otras empresas, bien
buscando el apoyo de la universidad u otros centros de investigación.
Vemos, por tanto, que en los mercados cada vez más globalizados de nuestro
presente, el tamaño importa. Y mucho. Como ya dejaran claro otras
investigaciones, en el ámbito agroalimentario la dimensión en el primer tramo de
la cadena de suministro es una cuestión clave. Por eso hay una fuerte
correlación entre el grado de concentración de las ventas minoristas de
alimentos y el tamaño medio de las cooperativas a lo largo y ancho de los
estados europeos. No es casualidad, sino causalidad. Cuando en un mercado, una
parte de los agentes logra una dimensión que le permite establecer de forma casi
unilateral las condiciones del mismo, la ganancia de tamaño se convierte en una
cuestión de supervivencia para los demás. Aunque, ojo, a estas alturas de la
película, la ganancia de tamaño no lo es todo; además hay que ser eficiente e
innovador (aunque eso siempre ha sido así).
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