Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista, Asociación de
Escritores y Críticos de Cine de Andalucía, Asecan
El cine detrás del telón. El
Festival Internacional “Almería en Corto”, desde el otro lado. Desvelar lo que
la pantalla de “Almería en Corto” esconde detrás de los intereses
institucionales es lo que ha hecho el periodista Antonio Sánchez de Amo con el
libro Clint Eastwood jamás regresará a Almería.
Diez año del Festival Internacional de Cortometrajes Almería en Corto
(Lagarto Editores, 2012). Es una reflexión sobre el Festival desde su puesto de
observación, el Gabinete de Comunicación del Festival. Y el resultado es
interesante, lo esperado desde la experiencia periodística: “Ahora que he
dejado de pertenecer al equipo de trabajo de este Festival Internacional de
Cortometrajes, que desde 2002 organiza la Diputación Provincial
de Almería, he podido madurar todos los procesos vividos en esta década y observar con perspectiva sus
carencias y sus virtudes. Parto de la base irrenunciable de que esta iniciativa
es necesario que siga siendo apoyada, no sólo como una manifestación cultural
de trascendencia, sino desde el derecho de los almerienses, de los cinéfilos,
de los individuos en general, de participar de una forma más amplia que en la
mera proyección de películas”.
Antonio Sánchez de Amo |
El libro lleva un prólogo del
cineasta Felipe Vega (“…me es indiferente que tal o cual personaje haga acto de
presencia en la ciudad. Por esta vez, sólo me importan los datos. Y según tengo
entendido, cada año aumenta el número de espectadores. Con eso me basta y me
sobra”). Y un epílogo del periodista cinematográfico Javier Tolentino (“Y
cuando parece que ya está, que la ciudad pregunta y quiere conocer detalles de
la próxima edición, entonces alguien decide que se acabó, que ni cine, ni
coloquios, ni prensa, ni radio, ni peliculeros… Y ahí nos encontramos con la
cara de la derrota”).
El momento crucial, con sus
entresijos desvelados, es cuando el presidente de la Diputación, sea del color
político que sea, se dirige al escenario en la sesión de entrega del galardón
del festival, acompañando a la actriz/actor histórico que regresa a Almería al
amparo de la llamada de “Almería, Tierra de Cine” entre fotógrafos y cámaras de
televisión. Ese momento justifica la intención política de respaldar al
Festival. Es curioso, sin embargo, cómo la oposición de turno suele hacer mutis
por el foro en estos casos. A la oposición le gusta el Festival siempre que
esté gobernando, para salir en las fotos. No hay más camino que ese. Sánchez de
Amo, por ejemplo, fue despedido en 2005 porque, alegando los criterios
acordados, se negó a filtrar a la prensa unas fotos con Raquel Welch acompañada
por el diputado Antonio Torres (PP) y el director del Área de Cultura, Gabriel
Martín. “Nosotros también tenemos derecho a un minuto de gloria”, argumentaron
con desparpajo, inconscientes de su actitud mediocre. El despido al final no se
produjo al intervenir el presidente José Añez.
El director del Festival (ha
habido cinco) aporta conocimientos cinematográficos, criterios, ideas. Pero el
momento decisivo, en la mayoría de los casos, no le corresponde a él, sino al
político, llámese presidente de la Diputación o diputado o diputada de Cultura.
Lo dice en el libro Óscar de Julián: “Yo antes nunca había participado en un
Festival tan altamente politizado… Yo, como director nunca he decidido nada en
este Festival. Siempre lo han hecho el director de Cultura o el/la diputado/a
del Área. Yo podía proponer todo lo del mundo, me escuchaban, pero no me
permitían imponerme. La única decisión que yo hacía, y bastante importante, era
programar proyecciones”. No se puede imaginar una rueda de prensa sin que el
político marque las informaciones y programaciones, aunque no tenga ni idea de
qué va el cine y el hecho cultural. Siempre habrá un “negro” que le escriba lo
que tiene que decir. Por eso escribe el autor del libro: “Y es que,
parapetándose en esas dosis de exhibición, los festivales de cortos se han
convertido en reclamo para que muchas autoridades locales tengan un argumento
justificado para el protagonismo y la promoción”.
Es el libro de un periodista y
así hay que entenderlo; da muchas claves y pone al descubierto la mentira y la
verdad del “glamour”. Y así nos enteramos de que hay actrices extraordinarias
en la pantalla (Faye Dunaway, por ejemplo), que en privado son impertinentes e
impresentables; al contrario, Eli Wallach es tal cual.
Hay algo más que anécdotas en el
libro, aunque éstas tengan su interés periodístico. Hay, sobre todo,
documentación y propuestas de estudio sobre el significado de “Almería en
Corto” en el paisaje cultural almeriense. Pero haría falta recuperar la memoria
del Festival, en ignorado paradero. Cada año, el director de turno del Festival
y Sánchez de Amo, como responsable del gabinete de comunicación, entregaban en la Diputación sus
respectivas memorias y expedientes (recortes de prensa, fotografías,
documentación, etc.), en papel y en Cd, y además está el contenido de la página
web, lo suficiente para que algún día un historiador del cine desentrañe la
dimensión cultural del Festival.
Bueno, pues toda esa
documentación está desaparecida. Sánchez de Amo lo explica. Ocurrió en
septiembre de 2011, cuando la jefa de prensa de Diputación, María del Mar
González, “quería inmediatamente las claves de acceso a los diferentes perfiles
en las redes de Facebook, Tuenti y Twiter”. ‘Las fotos de los políticos
anteriores a los de ahora no pueden estar ahí’, exigía telefónicamente. El 19
de octubre remití un correo electrónico con los datos requeridos y el
exterminio de la historia del festival fue fulminante”.
Hay más datos e imágenes en un
libro que les recomiendo, pero con esto creo que ya tienen suficiente. ¡Que la
inteligencia salve al Festival “Almería en Corto”!
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