Iván Gómez
Jefe de Local de Diario de Almería
En vía muerta. El sistema ferroviario de la provincia de Almería es, hoy por
hoy, el peor de todo el país y uno de los más precarios del continente europeo.
Lejos de mejorar con el paso de los años, las decisiones que han ido aprobado
los gobiernos, sin distinción entre PSOE y PP, no han hecho nada más que agravar
el aislamiento de la provincia por ferrocaril. A la línea entre
Guadix-Almendricos, cerrada por el ministro Miguel Boyer en 1985 a pesar de la
fuerte oposición mostrada por la provincia -sobre todo en la comarca del
Almanzora-, se sumó en los noventa el tren nocturno que conectaba con Cádiz y
Sevilla -el de La Borbolla en el argot ferroviario- y años más tarde el expreso
nocturno con Madrid, que permitía estar en la capital de España a primera hora
sin necesidad de hacer noche fuera de la provincia.
Ahora, el primer tren no
llega hasta las dos del mediodía, después de siete horas de tortuoso trayecto
más propio de un viaje en el tiempo. La misma suerte ha corrido poco después, la
conexión con Barcelona en el tren diurno García Lorca, que pasó de ser diario a
tener una frecuencia alterna y con trasbordo en la estación de Linares-Baeza.
Ahora peligran, según alertan desde la Junta de Andalucía y los propios
trabajadores de Renfe y Adif, las paradas de los trenes regionales en las
estaciones de Gérgal, Gádor y Fiñana. Todo un despropósito que se suma a décadas
de agravios en materia ferroviaria.
La involución del ferrocarril en la provincia es una
auténtica barrera para el tejido empresarial y turístico, un obstáculo
insalvable para las comunicaciones y también para la necesaria creación de
riqueza y empleo. Pese a los desmanes, la sociedad almeriense nunca acaba de
levantar la voz y ha consentido una política de recortes donde ya no quedaba
nada que recortar. Los colectivos de movilidad sostenible y amigos del
ferrocarril, junto a los sindicatos y a los propios trabajadores, parecen estar
sólos en la intransigencia hacia las continuas embestidas al ferrocarril, pero
su empeño fracasa al no ser lo suficientemente arropados por los agentes
sociales y económicos de la provincia.
Conscientes de un agravio creciente, y
frente al selecto club de capitales con AVE, los defensores del tren de Almería
han puesto sobre la mesa recientemente, con protestas en Granada y Jaén (hay una
gran diferencia de infraestructuras entre Andalucía oriental y occidental), el
drama del aislamiento ferroviario. Los trabajadores se movilizarán en los
próximos meses también en Almería para exigir al Gobierno una mayor inversión,
todo lo contrario a lo que se vaticina. También pedirán un compromiso al
gobierno autonómico porque, si bien las competencias siempre han estado en manos
del Gobierno, dejaron morir la única conexión que tenía la comunidad con el
levante peninsular.
La única salida ferroviaria se reduce a
la obsoleta línea de Linares a Almería y Moreda a Granada con tiempos de viaje
de otras épocas y una explotación difícil, prácticamente inexistente,
para trenes de
mercancías. Ha tenido que ser el alcalde de Gádor y senador del PP, Eugenio
Gonzálvez, el que recurriendo al género epistolar solicite información a la
ministra de Fomento, Ana Pastor, para que disipe todas las dudas existentes
sobre el futuro de las estaciones de la provincia. Ni un sólo parlamentario
popular ni socialista ha ido más allá en Congreso, Senado y Parlamento de
Andalucía. Todas las mociones y preguntas escritas versan sobre las obras del
AVE y un Corredor Mediterráneo que llegará demasiado tarde, cuando el tren haya
muerto en la provincia.
El presidente del Comité de
Empresa del Adif en Almería, Fernando Vázquez, asegura que “la situación de los
trenes en la provincia es de marginalidad, no tenemos cercanías y contamos con
vías sin electrificar del siglo XXI”. La provincia mantiene una única conexión
con Madrid, a través de Linares-Baeza, y sin electrificar desde Guadix, y otra
no menos obsoleta a través de Granada para la conexión con Sevilla. Desde 1995,
cuando se cerraron las minas de Alquife a las que llegaban 13 ferrocarriles de
mercancías diarios, el tejido ferroviario en la provincia ha ido perdiendo peso
y la plantilla de trabajadores ha pasado de unos 170 empleados a la mitad. Es
más, las faraónicas obras del AVE no tienen fecha de finalización y la
provincia, por sorprendente que parezca, ha permanecido sin conexión ferroviaria
con Murcia y Málaga, por no hablar de que no cuenta con un enlace entre la
estación y el Puerto. Además, los servicios no avanzan y no en los últimos años
no han tenido lugar ni leves mejoras en el trazado, en la electrificación y en
los trenes. De hecho, estas carencias han convertido al material rodante de la
provincia en el más lento y costoso del país.
El que conecta Almería con la capital andaluza es uno de los más deficitarios
de Andalucía, según el informe del Ministerio de Fomento de finales de año, con
pérdidas que superan los 5,5 millones de euros al año. Tiene 246 plazas por
kilómetro disponibles, pero sólo se ocupan una media de 99 con unos ingresos de
6,9 millones. A pesar de todo, el Consejo de Ministros lo salvó de su plan de
racionalización y con la obligación de servicio público se mantendrá al menos
durante 2013. Las líneas Almería-Linares y Sevilla-Granada-Almería de la red
convencional de media distancia no sufrirán nuevos recortes, si bien han visto
empeorar la calidad de sus prestaciones. Si bien ahora llegar a Sevilla tiene
una duración de cinco horas y media, hace unos años estaba en cuatro horas y
cuarenta minutos. La provincia no puede encarar el futuro montada a lomos de un
tren del pasado.