Emilio Ruiz
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Por
segunda vez en menos de un año, el Fondo de Reestructuración Ordenada
Bancaria (Frob), que es tanto como decir el Gobierno, ha visto frustrado
su deseo de encontrar un pretendiente para hacerse cargo de uno de sus bancos
nacionalizados, Catalunya Banc. BBVA, Sabadell, Popular y Santander fueron las
únicas entidades que mostraron cierto interés por analizar su cuaderno de
venta. De las cuatro, tan solo Santander se ha quedado para el sprint final.
Pero al banco presidido por Emilio Botín no le han cuadrado los números. El
Frob pretendía recuperar al menos 1.000 millones de euros de los 9.000 que ha
puesto en la entidad. La oferta del Santander estaba muy lejos esa pretensión.
¿Qué
ha visto en Catalunya Caixa el Banco Santander para desestimar la
posibilidad de hacerse con un banco que tiene 60.000 millones de activos y una
fuerte implantación en Cataluña, precisamente el territorio donde el Grupo
Santander se encuentra falto de músculo? La lista de puntos oscuros, o poco
claros, es interminable. Éstos son los más importantes:
CatalunyaCaixa |
El
primero es que en esta ocasión el Frob ha visto conveniente dejar a la entidad
catalana sin un esquema de protección de activos (EPA), es decir, una garantía
contra pérdidas futuras, como sí hizo en las anteriores privatizaciones. En el
caso de la CAM el
EPA del Forb fue de 16.000 millones de euros. El Frob considera que, en esta
ocasión, esa protección es innecesaria por haberse traspasado ya al Sareb –el
banco malo- activos por importe de 6.708 millones de euros. En Santander
consideran que Catalunya Banc aún tiene 3.000 millones de euros de exposición
inmobiliaria que pueden reventar en cualquier momento.
El
segundo es la débil cartera de pymes. Se cree que esta cartera tiene un alto
porcentaje de créditos de dudoso que no han sido provisionados adecuadamente.
El
tercero hace referencia a la reestructuración de personal y oficinas. Los
bancos pretendientes en la compra de Catalunya Banc siempre han considerado que
la entidad debe traspasarse con la reestructuración realizada. No iba a ser
así, y esto supone otros 500 millones de euros.
El
cuarto es la pobre calidad del activo hipotecario. Un alto porcentaje de
hipotecas tienen una rentabilidad negativa aún en el caso de no tener
incidencias de cobro, debido a que son hipotecas que fueron concedidas en su
día a plazos muy largos y diferenciales sobre euríbor muy cortos.
Todas
estas debilidades el Frob pretendía cubrirlas con un crédito fiscal de 1.600
millones de euros. Los bancos pretendientes en la compra consideraban que este
capítulo nunca debe ser inferior a los 5.000 millones.
La
cuestión es delicada. No contaban ni el Gobierno ni el Frob ni Bruselas con
tener que tragarse una entidad que siempre han considerado la “joya de la
corona” de las entidades nacionalizadas. Pero, ¿qué futuro se le presenta por
delante a Catalunya Caixa una vez que el Fondo de Reestructuración Ordenada
Bancaria (FROB) no ha encontrado a nadie que le quiera?
Todas
las quinielas están abiertas. El Frob estaba tan convencido de la generosidad
de su oferta que entre sus previsiones no figuraba la posibilidad de que la
subasta se quedara desierta. Por eso tampoco tenía elaborado un plan B. Ahora,
toca a prisa y corriendo hacer un plan estratégico de futuro que tiene en el
horizonte diversas opciones, como:
a) Mantener
en solitario la entidad hasta ponerla más a punto. Bruselas ha dado de plazo
hasta 2015 para hacer las reformas exigidas y realizar finalmente la
enajenación. Si ésta fuera la decisión adoptada, se procedería de inmediato a
la sustitución de todo el equipo directivo del banco.
b) Crear
un holding bancario público que estaría integrado por Catalunya Caixa, Bankia,
Novagalicia y, posiblemente también, Banco Mare Nostrum. A Goirigolzarri, esta
idea le espanta, aunque la aceptaría a regañadientes. El Banco Financiero y de
Ahorros (BFA) actuaría como sociedad matriz.
c) Intentar
negociar con Santander una venta a medida atendiendo a algunas de las
exigencias del banco cántabro. El Santander no comprende la obstinación del
Frob por endurecer su propuesta respecto a otras privatizaciones anteriores
como las de banco de Valencia o Caja Mediterráneo.
d) Por
último, en el horizonte también queda una posibilidad que nunca es descartada:
la disolución ordenada de la entidad. Es la más traumática.
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