Antonio Felipe Rubio
Periodista
El episodio del festival de chocolate con churros en Alhama parece que puso fin
a una serie de estridentes alcaldadas provinciales. Pero no. La penúltima nos
llega de Albox con un alcalde que, inspirado en la revolución bolivariana, se
envuelve en la bandera y exhorta a la aguerrida defensa del pueblo contra los
ataques de poderosas multinacionales e injerencias del Gobierno central. Es la
reedición de las andanzas de Juan del Pino y Riquelme, “libertador” de Filabres
y Almanzora; un personaje que luchó contra Napoleón en favor de otro personaje
no menos detestable (Fernando VII).
Rogelio Mena |
El alcalde de Albox, superado por la
precedente irresponsabilidad por él compartida, pretende desviar los compromisos
que todos los ciudadanos estamos obligados a observar librando una batalla
pletórica de populismo.
Aquí, de momento, el que compra paga. Que no pase
como dice un comerciante albojense “chacho, ya no me compran ni los que no
pagaban”. La cosa está mal, pero la solución no es criminalizar a las
multinacionales y clamar por el sustento de los hijos de los funcionarios. El
alcalde ha de saber que la prioridad de todos los ayuntamientos es pagar a los
funcionarios y, al mismo tiempo, buscar las soluciones racionales para
satisfacer las deudas y compromisos adquiridos. Quedan al margen artificios
demagógicos y calificativos contra los acreedores y, afortunadamente, todavía no
se puede recorrer las calles expropiando y nacionalizando lo que no nos guste,
cerrando lo que nos molesta o mandando detener a los electricistas.
Los
ramalazos bolivarianos, instruidos por afinidad populista, despiertan el
totalitario que algunos llevan dentro camuflado con abalorios democráticos y
progresistas.
(Noticias de Almería)
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