Juan D. Gómez
Estudiante de Trabajo Social
“Almeriense, cofrade y afiliado del Partido Popular”. Esa podría ser la bio del twitter del modelo ideal de cofrade en nuestra ciudad. Al menos es lo que desde algunas hermandades y círculos “capillitas” nos hacen creer año tras año. Por suerte, la Semana Santa de Almería lleva detrás el trabajo, esfuerzo y dedicación de cientos de personas que trabajan sin remuneración alguna; personas que por desgracia no ocuparán las portadas de los tradicionalmente comprados periódicos de la provincia.
Política y religión |
Año tras año, los políticos de turno ven en la Semana Santa una mina de oro
para asomar la cabeza, darse golpes de pecho y, si queda tiempo, abrazar a
algún nazareno con capirote para que quede una estampa digna de portada. Lo
mismo dan la orden de levantar un palio, un misterio o su propio culo de la
silla de la tribuna oficial del Paseo (la única cuyo aforo no se ha visto este
año reducido) cuando pasa la cofradía de turno. El caso es salir, aparentar y
que nos vean, porque lo que no se ve no cuenta y en consecuencia no sirve de
nada.
Yo no les voy a engañar: soy un agnóstico convencido que admite sin complejos
su afición por la Semana Santa, por el olor a incienso y por el tintineo de las
bambalinas de un palio. Prefiero quedarme con los detalles de una imagen o la
minuciosidad de un bordado que pensar en lo que lleva detrás toda esa
parafernalia, que cada vez vemos que es menos. Es por ello que me veo obligado
a romper una lanza en favor de la Semana Santa de Almería y señalar a los
“judas” que la tienen secuestrada.
Esta misma mañana conocíamos una noticia inesperada: la Hermandad de Las
Angustias remodelaba por completo su itinerario, a menos de 48 horas de
realizar su estación de penitencia, debido a que el mismo Ayuntamiento que dice
estar entregado en cuerpo y alma con la tradición no se había dignado a
subsanar los problemas que impedían que la hermandad pudiese cumplir su
recorrido por las calles establecidas. Estos eran básicamente quitar un par de
pivotes y subir varios cables, a priori nada complejo.
Pero no es la primera de esta Semana Santa. Después de la penosa imagen de la
carrera oficial, que ha visto reducida prácticamente a la mitad el número de
asientos ofertados gratuitamente (es decir, pagados con fondos públicos) a la
ciudadanía para disfrutar de los desfiles, también nos enterábamos a través de la Unión de Policía Local y
Bomberos de Andalucía-Almería (UPLBA) de que la propia policía local no dispone
de efectivos suficientes para ordenar el tráfico y hacer que la movilidad en la
ciudad sea algo más llevadera durante estas tardes de procesiones y caos.
Pero es que al final hermandades y “capillitas” tienen lo que se merecen. ¿Por
qué? Por agachar la cabeza cuando el concejal de turno recorre un pasillo de
cámaras hasta el martillo de un paso. Por aplaudir cuando el alcalde se acerca
a una iglesia minutos antes de que llegue la hora de abrir las puertas. Por vender
la semana santa al político de turno y prostituir la devoción de la gente a
unas siglas. Por permitir todo lo anterior y luego quejarse desde el anonimato
que proporciona la red: tienen lo que se merecen.
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