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Gabriel Amat tiene mala cara


Juan Torrijos
Periodista

No presenta buena cara en estos días el alcalde de Roquetas y presidente de la Diputación, Gabriel Amat Ayllón. El agua de la Balsa del Sapo se le ha convertido en un problema a su paso por ramblas y caminos de Roquetas, donde poca o nula ayuda va a recibir de la Junta. Ya le han dicho que los caminos son suyos. Teme don Gabriel perder una bandera azul, la de la playa de la Romanilla, por culpa de esas aguas.

Gabriel Amat
Señores, no se olviden ustedes que estamos en una tierra donde el agua ha sido siempre una angustia. Una veces por su necesidad, en este caso por su opulencia camino del mar. Tierra de contrastes la nuestra. Necesitamos agua, la pagamos más cara que nadie de las desaladoras, pero también la tiramos a las ramblas y a los caminos. Los tenemos bien puestos los almerienses, está claro.

Si le faltaba algo a don Gabriel, el señor Coisidó, jefazo de la policía en el gobierno de Mariano Rajoy, que encima es de los suyos, le acaba de anunciar que en esta legislatura, a la que aún le faltan casi tres años, no va a tener Roquetas de Mar la comisaría de policía nacional tan demandada por el Ayuntamiento. Dos jarros de agua fría en la misma semana sobre la existencia política del señor Amat.

Se entiende la carita de pena con la que ha transitado estos días. La puya de la Junta la puede pelear y torear. Lo ha demostrado en otras ocasiones. Pero la de su propio partido, ¡ay la de su partido! Esa le escuece más, esa le ha tocado en toda la línea de flotación política.

La oposición en el municipio ya tiene la munición que necesitaba. Ya tiene contestación cada vez que el alcalde diga que la Junta le falla a Roquetas. 

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