Emilio
Ruiz
La
costa española, y también determinadas zonas del interior peninsular
–recuérdese al respecto Seseña-, está repleta de barrabasadas urbanísticas. El incipiente
desarrollismo español de los sesenta y setenta propició que los ciudadanos más
avispados se apoderaran de los espacios de la costa más pegados al rompeolas.
La eclosión urbanística de los ochenta y noventa puso un empeño grandioso en
establecer una pantalla de hormigón entre el mar y la tierra. La primera década
del nuevo siglo fue un compendio de situaciones: primero, un momento de
eclosión constructiva, con un pico de 600.000 viviendas construidas al año;
después, el advenimiento de una crisis que ha conducido a la ruina a los otrora
florecientes emporios inmobiliarios, y por último, el final del decenio, con
una situación de quiebra inmobiliaria que ha propiciado situaciones
inverosímiles, como la posibilidad de hacerse con una vivienda en primera línea
de playa por cantidades en otro tiempo irrisorias.
"La ola que arrasó España" |
De
todos los atropellos urbanísticos que se han cometido en la costa española, que
son cientos de miles, uno de ellos es el paradigma: El Algarrobico. Basta
escribir esos once caracteres en el navegador del ordenador para que se
amontonen las entradas. Si en el Google se toma la opción de imágenes, el
dichoso hotel en construcción se puede apreciar desde todos los ángulos
posibles. Una de las vistas destaca sobre las demás: la que muestra el hotel en
el frontal de una toma desde dentro del agua. “Ilegal”, se puede leer con
grandes caracteres desde mar adentro. “Legal”, se puede también leer desde el
mismo sitio, una vez que los promotores de la obra han encalado la letra
inicial de la maldita palabra.
Guillermo Varcálcer, cocinero antes que
fraile
Guillermo
Varcárcel es un arquitecto técnico que ha trabajado en el sector de la
construcción, primero a pie de obra, como jefe de producción, jefe de obra y
director de ejecución, y después como inspector urbanístico en el Ayuntamiento
de Madrid. Ha sido testigo del boom inmobiliario desde su gestación, en la
década de los ochenta, hasta su declive, hace tan solo unos años. En 2008 abandonó
el sector para dedicarse a la producción audiovisual. Con la imagen del Algarrobico en portada,
acaba de sacar a la luz un libro que es interesante leer: “La ola que arrasó España. Ascenso y caída de la cultura del ladrillo”
(RBA Libros, Barcelona, enero 2013).
En
contra de lo que pudiera parecer, “La
ola…” no es un libro de
investigación sobre los desmanes urbanísticos cometidos en el solar patrio. Si
así fuera, posiblemente no aportaría nada nuevo. Sería una más del montón de
denuncias que hay en las librerías, en las hemerotecas y en las filmotecas. A
propósito, homenajeemos aquí y ahora a Pepe Sancho, recientemente fallecido,
por su participación en la serie “Crematorio”,
que se ocupa precisamente de estas cosas.
Valcárcel
analiza el sector desde un punto de vista inédito. Desentraña los secretos de
la promoción urbanística desde su interior, y adentra al lector en lugares en
los que nunca se ha estado. Esos lugares se cuentan por decenas, pero
recordemos, de pasada, los procesos de ejecución de un proyecto, las
licitaciones de obras, la burocracia previa al comienzo, las relaciones
promotores-contratistas-subcontratistas, la seguridad en las obras, las
funciones del encargado y del jefe de obra y del director de obra, las
pillerías de los ejecutores…, todo ello condimentado con un recorrido por la evolución
legislativa en materia de suelo y en materia de fiscalidad, que ofrece jugosos
momentos como cuando la desgravación por segunda residencia alcanzaba el 17 por
ciento de la base imposible del IRPF.
“La ola…”, mil y una fotografías
imaginarias
Quienes
hayan vivido el sector desde sus entrañas posiblemente encontrarán en “La Ola …” una y mil fotografías imaginarias que le harán
recordar el intrincado mundo en el que se han desenvuelto. Quienes no lo hayan
vivido, tienen con su lectura la posibilidad de introducirse en un espacio
donde las pillerías, las golferías, las fidelidades e infedilidades, la
destreza y el temor abundan por doquier.
No
se detiene, como digo, “La Ola …” en enjuiciar cada uno de los desmanes urbanístico-inmobiliarios
que nos asolan. De hecho, nuestro paradigma, El Algarrobico, aparece en la
portada y en ningún sitio más. El paso del libro por Almería se limita a
recordarnos los innumerables chollos que en nuestra costa podemos hallar y en
revivir aquel momento que se frustró: “En Andalucía –cuenta en la página 289-,
agotadas las costas del Sol y de la
Luz , se trató de explotar Almería utilizando como trampolín los Juegos del
Mediterráneo celebrados allí en 2005. Volvieron a dispararse los precios y
volvieron a paralizarse las obras, provocando caídas posteriores de un 50 %.
Recuerdo perfectamente los consejos de los enteradillos en 2005: las dos zonas
con opciones de inversión en España eran Almería y Ciudad Real. Lo recuerdo
porque lo aconsejaba yo mismo”.
Me encantan tus arti-culitos.
ResponderEliminarSigo sus artículos Emilio, ha sido un gran descubrimiento el libro que menciona, nada como leerlo y entender la situación actual. Gracias por sus recomendaciones y, gracias al autor por su valentia y honestidad, nada común en estos tiempos convulsos.
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