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Paro en Almería: cifras para el desánimo


Javier Menezo

Letrado del INEM

El pasado lunes conocimos los datos de paro registrado en febrero en Almería. Entre nosotros no puede ser noticia que el paro suba en febrero, pues sube siempre. Lo importante es la cifra. Subió menos que en febrero de 2011, pero considerar eso como motivo de celebración y síntoma de una incipiente recuperación no tiene lógica alguna. Es razonable que así sea, primero por el simple paso del tiempo. Desde diciembre de 2004, cuando se llegó a la cifra más baja de paro registrado, 20.400, hasta hoy, el desempleo ha crecido en 59.681 personas, que se dice pronto. Segundo, porque ya no somos tierra de inmigración. Ya no viene nadie a buscar empleo, más bien al contrario, se van. Y tercero, por el factor desánimo y la comprobación de la poca utilidad de permanecer inscrito.

Pues, así y todo, es el tercer peor año de la serie histórica. El factor desánimo es algo que analizar con precaución. Hoy tenemos, en conjunto, 1.481 parados más que hace un año, pero el número de desempleados que buscan su primer empleo se ha reducido en 1.760. Un día dirán que es por esos planes de empleo juvenil, si no al tiempo, pero no. Es por desánimo, pero no sólo, ni principalmente, por la idea de que los servicios públicos de empleo no ofrecerán un puesto de trabajo. La inscripción como demandante de empleo parece muy vinculada al cobro de prestaciones o subsidios y estos se están agotando. Un proceso acelerado por la reforma de julio que, entre otras cosas, laminó las posibilidades de acceder a la renta activa de inserción, eso que coloquialmente he oído llamar la paga del ama de casa (sic). Beneficiaba a mayores de 45 años que no habían trabajado antes y que la podían cobrar si llevaban doce meses inscritos.

Habrá quien, rápidamente, diga que los parados no quieren trabajar y se apuntan para cobrar. Pero la realidad es más desoladora. Lo que de verdad significa es que las rentas familiares se han reducido tanto, que hay que agarrarse a este último recurso y por ello muchas mujeres mayores, amas de casa, se apuntaron a las oficinas de empleo y poder percibir esta renta que exige que la familia no disponga de ingresos superiores al 75% del salario mínimo. Puesto que debían llevar 12 meses inscritas para cobrar, significa familias donde todos sus miembros han perdido sus empleos y agotado prestaciones convirtiéndose en parados de larga duración. Cuando, además, ves el origen social de las beneficiarias, que no proceden de barrios marginales, sino de nuestra propia calle.

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