Andrés García Ibáñez
Director del Museo Casa Ibáñez
Nota de la Redacción de La Opinión de Almería: Sobre la situación de la prensa de papel de Almería, el pintor Andrés García Ibáñez ha escrito un atrevido artículo en Diario de Almería, que reproducimos a continuación. El artículo puede ser o no compartido en todos o en algunos de sus términos, pero consideramos que sirve para la meditación.
Algo huele mal en la
redacción de los periódicos y otros medios de comunicación. Periodistas
maltratados y cobrando sueldos indignos, cuando no despedidos sin la menor
consideración. Las líneas editoriales plegadas a los intereses del que pone
dinero, generalmente desde el poder político y económico. Hoy es difícil saber,
como antaño, la ideología exacta de un diario; los medios son esclavos de
señores exigentes que hacen su capricho y compran voluntades. Hasta en alguna
ocasión hacen persecución y escarnio público, con total impunidad, de aquellos
díscolos que se atrevan con los trapos sucios. Se silencian o se airean los
casos de corrupción dependiendo de quien sea el pagador todopoderoso; con
frecuencia, el corrupto ha comprado a los medios de su entorno -con dinero
público, por supuesto, lo que hace más miserable y repugnante la cosa- y los
ciudadanos del lugar han de enterarse de sus andanzas por la prensa nacional o
extranjera.
En algunos periódicos de provincias, no sólo son el político
omnipresente de turno o el empresario putrefacto los que condicionan los
criterios selectivos de noticias y su tratamiento; también la naturaleza
cotilla, epidérmica, de una sociedad aborregada y estulta determinan la
preponderancia de ciertos titulares que versan sobre asuntos anecdóticos frente
a otros verdaderamente importantes y de mayor enjundia.
En esta línea, y por
centrarnos en la sección cultural de algunos periódicos a los que aludo, vemos
una nada despreciable cantidad de páginas copadas por romerías y desfiles,
fiestas patronales, saraos erótico-festivos de toda índole, rutas de la tapa,
concursantes del gran hermano y vagos de toda especie haciendo declaraciones
estúpidas y vergonzantes; una pléyade de sucesos e individuos deleznables,
escogidos frente a la nómina de exposiciones, conciertos y otros ciclos
culturales de nivel.
Y por ser más concretos, ahora que andamos en la semana de
pasión, he comprobado como algún diario ha suprimido íntegramente su sección
cultural, ocupada entonces por páginas y páginas dedicadas en exclusiva a los
desfiles del incienso, desde todas sus ópticas y posibles miras. Un hartazgo de
ñoñería estupidizante y cargante para el engorde de sesos acolchados. Pero
-dicen- la cosa cunde, y se hartan de vender ejemplares en los kioscos.
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