Isabel
Morillo
Jefa
de Andalucía de El Correo de Andalucía
Una
cuartilla de papel discretamente guardada en la mochila. Un mensaje de la
directora de una guardería concertada: “Queridos padres, si podéis traer
pañales para algunos compañeros de vuestros hijos, os lo agradecemos”. Un
mensaje tan corto como duro. Hay padres en un barrio urbano de clase media que
no pueden comprar pañales. Cuando toca tan cerca, sacude más, aunque no sea una
sorpresa. Hace ya mucho tiempo que Cáritas lleva advirtiendo de que sus
comedores sociales y su entrega de alimentos están llenas de nuevos pobres.
Gente que, hace un año, ni habría podido imaginar que tendría que ponerse en
una cola de beneficencia. Ya lo dijo el candidato del PP-A, Javier Arenas, que
fue tildado de demagogo por los socialistas cuando habló de que en los
comedores sociales que visitaba en tiempos de campaña había “señores con
corbata”.
Cáritas
alertó en su último informe de que la pobreza en Andalucía es la “más profunda”
del país. Los pobres andaluces, son más pobres. Un 5,95% de los hogares de la
región no puede permitirse una comida caliente cada dos días. Es una realidad
que existe y debería de avergonzar. Un 31,68% de los andaluces, alerta la
organización de la Iglesia ,
está por debajo del umbral de la pobreza.
Un
informe del Observatorio de la
Infancia en Andalucía, de febrero de 2013, alerta de que más
de una cuarta parte de los menores de 18 años de Andalucía se encuentra en
riesgo de pobreza, siendo las tasas de pobreza relativa más elevadas en la
población infantil y adolescente y también superiores en hogares con hijos que
en hogares sin ellos. Desde 2008, las cifras disponibles manifiestan el
crecimiento de las desigualdades y un incremento del desempleo en hogares con
niños. Más de la mitad de los hogares andaluces dice tener dificultades para
llegar a fin de mes.
Apostilla
Unicef que el 5,6% de los niños se encuentra cerca de la pobreza extrema. No
tendría mejor destino el dinero público que garantizar las necesidades básicas
de los menores. Tendría un punto inhumano criticar que la Junta dedique parte del
dinero de los impuestos de los andaluces a ayudar a los que peor lo están
pasando en esta crisis y sobre todo, a los más desprotegidos: los niños. El
Gobierno de PSOE e IU ha anunciado que en dos semanas aprobará un decreto
contra la exclusión social que garantizará por ley tres comidas en los colegios
andaluces para aquellos escolares que no tengan garantizado comer en casa. En
realidad, consiste en extender bonificaciones en los comedores escolares que ya
existen. Igualmente se relanza una eterna promesa socialista, la renta básica,
amarrada por IU en el_Estatuto. Un salario social mínimo. La mayor cuantía
presupuestaria de ese decreto social irá destinada a cubrir los agujeros de una
ley de dependencia que se desmorona y que deja en la cuneta a muchísimos
mayores y dependientes.
Poco
hay que reprochar en esta medida de la
Junta de Andalucía, más allá de su espectacular puesta en
escena. Que el Gobierno andaluz de PSOE e IU salga a erigirse en garante de que
nadie en Andalucía pasará hambre… perdonen: Es el Gobierno andaluz de los
últimos 30 años, con un Estatuto de Autonomía en la mano, el que debería de
haber luchado y remado contra corriente para superar el subdesarrollo andaluz.
Salir en defensores de los pobres y los necesitados al modo del peronismo y de
sus descamisados, tiene un punto de propaganda que echa para atrás. Quizás
hasta deberían de asumir su parte de responsabilidad y entonar su mea culpa,
para luego, claro que sí, defender que para la izquierda los más débiles son la
prioridad. Deberían de evitar que suene a beneficencia y que suene más a
justicia social y al deber de cualquier gobierno decente. Frases oídas como
copien a Andalucía para que “nadie en España pase hambre”… Es peligrosa la demagogia
con un asunto como éste. Sacar rédito político de una situación así abre la
veda a barbaridades como la que se permitió en su Twitter el diputado del PP
Rafael Hernando, que traspasando los límites de la humanidad y en una proclama
con tufo clasista, se rió de que la
Junta equiparara la situación de Andalucía con la hambruna de
Etiopía.
Con
estas cosas no se juega. Quienes hace poco se indignaban porque los dirigentes
del PP salieran a decir que los niños andaluces son analfabetos y dan clases
por los suelos no deberían ahora de salir a proclamarse salvadores de los
pobres y a dar la imagen de que los niños andaluces no comen. Ni por supuesto,
estos señores populares tan estirados deberían de reírse de los niños pobres de
Andalucía. Que los hay, aunque sean un 6%. Más bien a todos, les debería de dar
vergüenza de que haya niños que pasen hambre.
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