Pepe Fernández
Exdirector de Onda Cero-Andalucía
Al
menos dos reuniones en el despacho del subdelegado del Gobierno de Almería
mantuvieron con su titular, a solas, dos de los siete imputados en la Operación
Tres Reyes, semanas antes de que estallase la intervención judicial. Así lo
confirman, al menos, dos de sus protagonistas. En
concreto acudieron a los encuentros el ex Jefe de la Abogacía del Estado de
Almería, Demetrio Carmona del Barco con el también abogado, amigo y socio
Rogelio Vargas. De los cinco imputados restantes en la Operación, dos permanecen
en prisión incondicional desde hace más de una semana y uno en libertad bajo
fianza de 6000 euros.
El
objetivo de las dos reuniones con el máximo representante del Gobierno en
Almería, celebradas en el transcurso de los últimos dos meses (la segunda de las
cuales se celebró un sábado por la mañana, accediendo por la puerta trasera de
la Calle Arapiles) es exponerle al subdelegado en la provincia un estado de
cuestiones graves y preocupantes, a juicio de los dos visitantes, y que tendrían
que ver con una amplia operación de acoso y derribo de Demetrio Carmona del
Barco como Jefe de la Abogacía del Estado en Almería, cargo que había
desempeñado durante el último cuarto de siglo bajo distintos gobiernos.
En
la operación derribo contra Demetrio Carmona del cargo de Jefe de los Abogados
del Estado estarían implicados -denunciaron- un importante y conocido
empresario del Levante almeriense, con poderosas conexiones financieras,
políticas, en el sector del juego y en la gran banca, amén, dijeron, de influir
sobre otras personas y altos funcionarios de diversas
administraciones.
Denuncia acoso a Abogado del
Estado.
García Lorca escuchó con
atención todo cuanto le contaban dos personas a las que no solo conocía y mucho
del día a día por Almería. En concreto con el despacho profesional de uno de
ellos, el de Rogelio Vargas, había tenido oportunidad en varias ocasiones de
colaborar profesionalmente elaborando sesudos informes y peritajes, propios de
su especialidad como Doctor en Geografía y Profesor Titular del Área de Análisis
Geográfico Regional en la Universidad de Almería.
Esta vez, Andrés García Lorca no recibía, por tanto, a dos desconocidos miembros de una asociación de vecinos
quejosos de la inseguridad ciudadana en su barrio. Esta vez estaban ante él dos
personas con gran credibilidad social y muy conocidas. En definitiva, actores
ambos de importantes acontecimientos jurídicos y económicos (por tanto
políticos) de Almería durante dos décadas largas. Quizás por esa dilatada
experiencia profesional, también aprovechan Carmona y Vargas para denunciarle,
ya puestos, diversas actividades colaterales con tintes delictivos de cierto
calado en diversos puntos de la provincia, relacionadas siempre todas con bienes
públicos en peligro.
El subdelegado parece que no disimulaba cuando les mostró su sincera preocupación
por el dibujo de una supuesta trama que si alguien tenía que ayudar a resolver
en primera línea era precisamente él, el mismo que ocupa actualmente el sillón
de antiguo Gobernador Civil, con mando directo sobre los cuerpos y fuerzas de
seguridad.
Traslado a Mª Carmen
Crespo.
También debió entender que lo
que tenía sobre su mesa, aquel sábado por la mañana, era mucho barco para tan
poco marinero, o, como dicen ahora en las manifestaciones, demasiado chorizo para
tan poco pan. De tal forma que les anunció que trasladaría y comentaría el
asunto a la delegada del Gobierno en Andalucía, Mari Carmen Crespo, y también al
presidente del PP y de la Diputación, Gabriel Amat. Y a ver qué se
hacía.
La
denuncia expuesta con detalle y parece ser que con documentación bien merecía
para don Andrés la atención del su alto mando político. Así al menos lo
interpretaron sus dos amigos visitantes.
La
siguiente reunión que mantendrá García Lorca con el Abogado del Estado imputado
en Tres Reyes estuvo acompañado por el empresario Pepe Abad Marcos, aunque
con el mismo objetivo de las dos reuniones anteriores: la supuesta envolvente
delictiva sobre el Abogado del Estado que, según su protagonista, acabó
provocando su cese.
Previamente al encuentro de
ese día en la subdelegación del Gobierno, mantuvieron uno similar en el Palacio
de la Diputación, concretamente en el despacho oficial del presidente Gabriel
Amat. Según confirma el propio Carmona, en aquel encuentro con Amat también se
le planteó al presidente la trama de supuesta corrupción propiciada
desde distintos clanes empresariales de Almería y entre diversas
administraciones públicas.
Amat calla de
momento.
La
oposición de IU y PSOE, tras haberse publicado aquí el pasado día 25, han
preguntado públicamente a Amat la pasada semana que explique ese ramillete de
reuniones con personas imputadas en la Operación Tres Reyes. Uno de los cuales,
Pepe Abad Marcos, el empresario con pinta de conseguidor genovés, que parece
poseer importantes conexiones con personas y gobiernos del PP, continúa
ingresado en uno de los módulos del Centro Penitenciario de El Acebuche por
orden judicial.
El
presidente Amat, de momento, escurre el bulto y declina contar cuándo, cómo y
para qué se reunió con ambos imputados en su despacho oficial. A lo único que se
ha limitado ha sido a insultar al Secretario General del PSOE, José Luis Sánchez Teruel, al que, por solo preguntar, ha llamado sinvergüenza. “Sinvergüenza
político” más exactamente.
El
misterioso José (Pepe) Abad Marcos también estuvo en política activa hace años
con los populares, cuando figuró en las listas autonómicas del PP en Cataluña
que lideró Josep Piqué en 2003 por Barcelona.
Conviene recordar que la otra
trama de Tres Reyes, la que tiene que ver con un cargamento de
billetes iraquíes, parece que tiene su propio recorrido judicial, al margen de
la batalla política almeriense y las reuniones con imputados. El único nexo de
unión entre ambas cuestiones pasan por el empresario Pepe Abad, presentado a
Demetrio Carmona por Jose Antonio Mateo Acejo, supuesto capitán adscrito al
CNI, también en prisión y cerebro del intento de hacerse con los billetes
guardados en El Ejido en una cámara acorazada de su propietario.
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