¡A buenas horas, Chacón!


Iván Garrido Jorquera
Licenciado en Derecho

Pocas horas antes de que diese comienzo la llamada cumbre por el derecho a decidir convocada por Artur Mas, preludio de lo que pretende ser el Pacte Nacional pel Dret a Decidir, la diputada Carme Chacón hacía pública una carta dirigida a Pere Navarro donde le solicitaba que como jefe de los socialistas catalanes se desvincule del proyecto soberanista. Apelaba al sentimiento de los muchos militantes y simpatizantes del partido que no ven con buenos ojos el constante flirteo de la cúpula del PSC con el independentismo catalán, poco consciente de que acercar posiciones y hacer frente común con el llamado bloque soberanista le puede suponer perder el apoyo de sectores no nacionalistas que han constituido su principal granero de votos, y obviando el peligro que esto supone por el posible trasvase de votos a otras formaciones políticas más respetuosas con el marco constitucional establecido.

Carme Chacón
La mencionada carta, recibida con silencio por los sectores más afines a Rubalcaba, es una muestra más de la división del PSC respecto al modelo de Estado, confrontación que está minando a la formación a causa de la deriva soberanista de sus dirigentes más destacados y que es contestada infructuosamente por amplios sectores de la militancia.

Muchos opinan que esta declaración de Carme Chacón llega tarde y está estrechamente vinculada a la carrera iniciada por la sucesión a la secretaría general del partido con el ánimo de conseguir apoyos para su muy posible candidatura, que ya aglutina apoyos importantes entre los que se cuenta el exministro de Justicia y actual alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch. Por todo ello, la susodicha carta llega a destiempo y con poca perspectiva histórica, pues resulta difícil olvidar que el verdadero poder político de ERC viene de mano de los socialistas catalanes.

Tras varias legislaturas con ERC formando parte del tripartito, los independentistas han sido socios privilegiados, consiguiendo que su red clientelar se haya ido ampliando y consolidando de manera soterrada pero contundente. Los tentáculos de la formación independentista han conseguido alcanzar desde la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió, el principal órgano de propaganda del proyecto independentista, hasta fundaciones públicas y privadas afines a su ideario, que reciben pingües subvenciones estableciendo un entramado que no deja un solo ámbito de la vida política catalana fuera de su control.

De esta situación el socialismo catalán es cómplice complacido, una situación que tiene su origen en las concesiones que el primer gobierno de Maragall hubo de hacer ante el separatismo con el fin de recabar el apoyo necesario para formar gobierno. Un apoyo que quizás no calibraron en su justa medida y que no buscaron dentro del marco constitucional.

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