Juan Torrijos
Periodista
Me parece que son muy pocos los almerienses que no han conocido a Andrés
Troyano, su kiosco en la Puerta de Purchena y lo buena gente que era. Los
socialistas le quieren poner su nombre a una calle y así se lo solicitan al
equipo de Gobierno. Si se me permite, me uno a esa petición de Joaquín Jiménez y
demás compañeros.
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Andrés era un hombre al que le gustaba tener el
corazón a la izquierda, y presumía de ello. El recuerdo especial que Almería y
los almerienses tienen de él era el de verlo tras la ventanilla de su kiosco
solucionando los problemas que le presentaban los clientes. Al final, amigos. Si
no tenías dinero para comprar el regalo que buscabas, una “libretilla” anotaba
la cantidad que ibas pagando como podías cada primero de mes.
Andrés Troyano se
ganó la confianza y el cariño de sus clientes y de sus convecinos, que al final
acababan siendo sus amigos. Gente corriente como Andrés, ciudadanos de corazón
abierto como él, sí se merecen el recuerdo de todos los almerienses. Ellos sí
deben estar para la posteridad en las fachadas de la ciudad. Ellos han hecho por
los ciudadanos mucho más que esos que se llaman con mucho bombo padres de la
patria chica y que ya se han buscado estar en las fachadas por los siglos de los
siglos.
Como Andrés Troyano hay otros muchos almerienses a los que habría que
sacar del anonimato y dejarlos para siempre en el recuerdo y en la historia de
la muy noble ciudad de Almería.
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