Iván Gómez
Jefe de Local de Diario de Almería
Un PSOE fuerte para
recuperar la confianza de los almerienses. Era el título del manifiesto con el
que Fernando Martínez, exalcalde de Almería y catedrático de la UAL, se ganó el
apoyo mayoritario de la militancia de la capital en la noche del lunes. Con más
de cien votos de diferencia sobre Paco Giménez, la alternativa real a la
candidatura de la vieja guardia, el hombre del consenso y de una nueva forma de
hacer política, el Giorgio Napolitano almeriense, era legitimado en las urnas
para cerrar las viejas heridas que en los últimos años, por no hablar de más de
una década, hicieron de la Agrupación Municipal una particular casa de los líos.
Fernando Martínez se alzó con la victoria |
Pero antes de abordar las pulsiones solidarias e integradoras que se sucederán
en los próximos días para cerrar filas en torno al líder y su nueva ejecutiva
tienen que analizarse los errores del pasado para no seguir cometiéndolos en el
futuro. Hay que tener claro que los ganadores no son guerristas, sino históricos
que apuestan por la revitalización de un partido que se ha burocratizado dejando
de tener presencia en el tejido asociativo y los movimientos sociales. "En mi
vida, nunca, he sido guerrista; de hecho me tuve que enfrentar con Nono cuando
fue pionero en la defensa de las primarias junto a otros militantes del PSOE en
Andalucía". Así de tajante se expresa Fernando, un precursor de la participación
que guía los cauces del socialismo en la Fundación Alfonso Perales.
La
victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana. La frase de John
Fitzgerald Kennedy es hoy por hoy un mandamiento en política. Ya se habla de
unión y de cerrar filas, pero también se hizo hace seis meses y la aventura de
integración la explotó en la cara a Pepa Requena. El 26 de mayo de 2011, tras la
dura derrota en las municipales, la Agrupación aprobó un comunicado con la
unanimidad de sus miembros en la que se pidió unir fuerzas y no dedicarse a
abrir luchas internas entre familias dentro del seno del partido. El secretario
general en ese momento era Juan Carlos Usero, quien, después de pasar por la
presidencia de Diputación, iniciaba su destierro político. Un año le duró el
intento. Su equipo dimitió casi en bloque y todavía hoy se pregunta los motivos.
Ni atisbo de crítica. No supo poner cara a la derrota y se le ocurrió culpar a
Nono Amate, anterior portavoz del Grupo Municipal.
El gran perdedor de
la votación del salón del hotel Tryp Indalo no fue Paco Giménez, el economista
que ya amagó con presentar su propia lista hace seis meses, ni Javier Menezo ni
Antonio Ruano. La derrotada de la asamblea es Adela Segura, maestra zurgenera
llegada hace ya tiempo a una Agrupación de la capital que, tal y como vienen
cuestionando un notable número de voces dentro y fuera de la organización, ha
querido desestabilizar una y otra vez desde su responsabilidad en la Ejecutiva
Provincial del PSOE como Secretaria de Movilización y Acción Electoral. Ahora le
toca recapacitar y dejar de realizar esos movimientos políticos que tanto
preocupan a los históricos de la Agrupación que han dado un paso adelanto en
beneficio de Fernando Martínez.
Y es que la participación fue considerable,
inferior a la suscitada cuando se enfrentaron en noviembre de 2004 las listas de
Mari Carmen Ortiz y Antonio Solís, pero desde entonces la más consistente con
medio millar de votos. Hoy son 835 los militantes, una cifra que queda lejos de
los más de 1.200 que se alcanzaron hace tiempo, si bien las colas para depositar
los sufragios, entre las nueve menos cuarto y poco antes de las diez de la
noche, se habían olvidado. Son el mejor signo de la recuperación del PSOE, de su
fuerza también en los procesos internos. El hijo de Nono acudió desde Sevilla y
se volcó con el exalcalde, al igual que la comunidad universitaria y Martirio
Tesoro, a la que algunos vincularon intencionadamente con la candidatura de
Giménez.
El disgusto de Adela Segura era evidente. Nerviosa, paseaba de
un lado para otro, tratando de conseguir mentalmente que le cuadraran las
cuentas a su amigo Paco Giménez. Pero los números no le salieron al economista
que ya en su discurso llegó a criticar al secretario de Organización de los
socialistas, Juan Carlos Pérez Navas, por su parcialidad. "El árbitro ha
decidido tirar penaltis", lanzó, un duro golpe encajado estoicamente por la
corriente que acabaría ganando. Su web y redes sociales, de permanente
actividad, quedaron paralizadas en "expectación por conocer los resultados de la
votación". Ya no hubo tiempo para más.
El histórico Diego López, el del
escándalo de los asesores de la Diputación, no votó por poco. En la próxima cita
estará. Y es de los que saben mover hilos. Tiene el alta solicitada en el PSOE
desde hace un mes. Antonio Castillo, hábil negociador vinculado a los críticos,
se ha ganado un hueco en la ejecutiva. Fernando quiere un equipo homogéneo y
sabe lo que le interesa. Ayer, tan sólo un día después, llamó a los vencidos
para ofrecerles que formen parte activa de su proyecto político.
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