Pedro
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
La
corrupción forma parte de las debilidades en las que puede caer el ser humano y
está integrada en el mapa del comportamiento personal de quienes aspiran a
conseguir por medios ilícitos lo que no pueden lograr desde la dignidad de su
esfuerzo y la moralidad de su comportamiento. En una sociedad dominada por la
ambición siempre ha habido y habrá personas que traten de alcanzar beneficios sin
actuar de forma socialmente ética y procesalmente
legal.
El
problema de la corrupción no es tanto su existencia -inevitable en quienes
anteponen su ambición a las leyes- cuanto la inexistencia de voluntad de luchar
contra ella, persiguiéndola allí donde se encuentre; y, lo que es aún peor, cuando,
quien la comete, encuentra en quienes le rodean un clima de defensa tribal que los
convierte en cómplices.
Los
numerosos ejemplos de presuntos casos de corrupción en los que aparecen
implicados representantes políticos de todos los partidos y que están aflorando
en los últimos años son un ejemplo revelador, no sólo de comportamientos
censurables, sino, también y a la par, de tácticas encubridoras, estrategias dilatorias
y argumentaciones comprensivas, incompatibles en quienes, por mandato
democrático, están obligados a ser ejemplo de ciudadanía como servidores de la
gestión pública.
En
las últimas semanas el líquido espeso de la corrupción ha aflorado en Almería. La
desaparición de casi 300.000 euros de una cuenta dependiente de la delegación
de Medio Ambiente y la petición por la Fiscalía de la imputación de cuatro personas
vinculadas a la existencia de una presunta trama de facturas falsas en el
Patronado de Turismo son síntomas inequívocos de que en la geografía de la
corrupción no existen islas.
Los
dos casos señalados ya están residenciados en sede judicial y serán los jueces
quienes, tras los procedimientos procesales pertinentes, determinarán la
existencia o no de comportamientos punibles en quienes hoy se ven inmersos en
ellos en calidad de imputados. Dejemos por tanto trabajar a la justicia y
mantengamos la presunción de inocencia como derecho constitucional hasta que un
tribunal decida la licitud o ilicitud de los hechos.
Pero
la desazón inquietante que genera descubrir casos de corrupción tan cercanos se
aminora cuando hay circunstancias que demuestran la voluntad de combatirlos. La
decisión inmediata de la delegación provincial de Agricultura de denunciar en
el juzgado la desaparición de los 300.000 euros nada más tener conocimiento
documental y testimonial de la posible existencia de irregularidades es una
actitud coherente con el principio de luchar contra la corrupción, pero con más
diligencia en aquellas que son más cercanas sin tener en cuenta la militancia
política y las vinculaciones personales o profesionales de quienes puedan verse
implicados en responsabilidades administrativas o penales a consecuencia de la
denuncia.
Una
vez detectado el caso, la actitud de la Junta ha sido impecable. Si a veces (y sin razón
alguna que lo justifique) las administraciones torpedean, encubren o dificultan
la investigación, en el caso que nos ocupa ha sido todo lo contrario. Circunstancia
que debería aplicarse a otros comportamientos de ámbito provincial también
recientes. Uno es el del caso de las presuntas facturas falsas de la Diputación ; el otro la
sentencia condenatoria al ex alcalde de Zurgena por delitos urbanísticos.
En
el primer caso resulta indefendible la permanencia como portavoz del PSOE en Adra
de quien el ministerio fiscal ha pedido su imputación por falsedad y
malversación de fondos públicos. La sombra de la sospecha razonada (contenida
en el escrito de la fiscalía) no obliga al abandono del cargo, pero el
compromiso democrático impone el alejamiento de una responsabilidad que, hasta que
no dicte sentencia un tribunal, ya no podrá ser ejercida desde la ejemplaridad.
En
cuanto a la sentencia al ex alcalde de Zurgena resulta inaceptable que el PP
mantenga su pacto de gobierno en aquella localidad mientras el concejal
condenado continúe perteneciendo al equipo de gobierno. Cuando la policía
detuvo a Juan Enciso el PP solicitó con vehemencia que el PSOE rompiera su
pacto de gobierno en Diputación con el PAL, partido al que pertenecía el
entonces alcalde ejidense. Ahora no es una detención, es una condena y, por
tanto, los argumentos esgrimidos entonces por los populares se ven ahora
acrecentados por las implicaciones que dimanan de la decisión de un tribunal.
Hay
muchas formas de luchar contra la corrupción política. Denunciarla es una; ser coherente,
otra.
Que cursioso el Sr de La Cruz, se olvida de lo de la Op Poniente, de la Op 3 Reyes, de que la Fiscalía investiga a fondo a Gabriel Amat desde hace meses a denuncia de una asociación civica y olvida que en el tema de las facturas de la Diputación faltan más documentos irregulares, unos 700 mil euros en facturas, que habrían ido a parar a un grupo de comunicación local y, parece, que plagado el proceso de adjudicación de irregularidades administrativas muy serias. Ya que el Sr de la Cruz se pone a hacer inventario de la corrupción en Almería, pues que lo cuente todo. A veces contar las cosas a medias, es tanto como manipular la información.
ResponderEliminar