Emilio
Ruiz
Maruja
Torres ha decidido poner fin a su relación con el periódico El País, en el que ha estado más de 30
años. La salida de grandes figuras del periodismo de sus periódicos de toda la
vida es una constante en los últimos meses. La crisis económica general, la
particular que afecta a todos los medios de comunicación y la específica de los
medios escritos está haciendo estragos.
La mayoría de los despedidos del
periodismo son trabajadores anónimos que en nada pueden diferenciar su situación
de la de otros trabajadores de otros sectores. No es el caso de quienes son más
conocidos por la opinión pública. Está siendo frecuente que éstos, tras su
despedida, informen a sus lectores de su nueva situación y de las razones que,
en su opinión, han conducido hacia la misma.
Enric González, el primero, ha recalado en El Mundo sin nada que objetar sobre los despidos de Unedisa
Las
explicaciones de estos "perjudicados de élite" –digámoslo así para referirnos a
quienes se han labrado un nombre de prestigio en el mundo del periodismo- nos las
ofrecen, algunos, en forma de artículo, y otros, en forma de libro. Este último
es el caso del también periodista de El
País Enric González, que dio un sonoro portazo al periódico de Prisa por lo, según él, desacertado de sus medidas.
Cierto es que en el sector ha causado asombro,
cuando no estupor y desengaño, que quien tuvo una despedida tan “gallarda”, a
las pocas horas firmara con el adversario periodístico e ideológico, El Mundo, cuya editorial no sólo ha adoptado medidas laborales similares
a las de El País, sino mucho más
traumáticas. González no ha dedicado una sola línea de solidaridad a los desahuciados del periódico
de Pedro J. Ramírez, en donde parece que ha encajado sin objeción alguna.
Maruja Torres se explica
Maruja
Torres está explicando, allá por donde la quieran oír, las razones de su marcha
del periódico. “Desde el ERE sabía que tarde o temprano me asestarían el golpe”,
ha dicho a Público. “Cebrián no me perdonó que le llamará
'sardinita' de Wall Street”. En
su blog, la periodista ha explicado su marcha tan detalladamente que, haciendo una
recreación, podemos decir que ésta ha sido la escena:
Semana
Santa. Torres recibe una carta del periódico. Le anuncian que, dado que el
contrato con la empresa terminaba a finales de este junio, ésta había decidido
no renovar en los mismos términos. Días después, el periódico la llama por teléfono.
No responde a las llamadas. Pensó que a lo mejor querían un obituario de Sara
Montiel. Maruja abre su correo. Encuentra un mensaje de la
secretario del director: “Javier quiere hablar contigo”. Llamó a Javier.
Bromearon. “Muy hipócritas los dos”, recuerda ahora.
- Quiero
que te integres más en El País.
Le
sorprendió la propuesta, pues Maruja no es precisamente una chica que se está abriendo ahora paso en el mundo del periodismo. Más bien está de vuelta de casi todo.
- ¿Y
cómo?
- Esas cosas no son para hablarlas por teléfono. Puedes hacer muchas cosas, no sé, reportajes…
- ¡Javier, tengo
70 años, es tarde! Me habéis tenido años sin encargarme nada.
- Pero
ahora hay muchos cosas que puedes hacer.
- ¿No
será, por casualidad, que lo que quieres es sacarme de Opinión?
- Ya te digo que estas cosas no son para hablarlas por teléfono. Hay una reestructuración. Tenemos que hablarlo personalmente. Te
espero.
La cita
La cita
La cita fue el 16
de mayo. Hora: las cinco menos cuarto de la tarde. Maruja entra en el despacho de
Javier. Se sientan en el sofá de dirección. Lo propio:
- Está
mal la cosa, Maruja. La publicidad, cayendo cada día. Tengo una idea para ti,
no me pidas detalles todavía porque no te los puedo dar, pero seguro que te va a gustar.
- ¿Pero
no me puedes adelantar nada?
- No,
porque tengo que hablarlo con los de Domingo, pero seguro que te va a gustar.
- ¿Eso
es porque ya no me quieres en Opinión?
- No
es exactamente así. Estamos preparando una profunda restructuración y en Opinión
va a entrar gente nueva. No hagas que te dé nombres, todavía no sé cuáles.
- A
mí los nombres me traen sin cuidado. Lo que sí quiero que me digas es si es que
ya no me quieres en Opinión.
Silencio.
Tensión silenciosa.
- No,
no te quiero en Opinión.
- ¿No
me quieres ahora ni nunca más en Opinión?
- No,
ni ahora ni nunca.
- …
- Pero
no seas terca, tengo para ti otras ideas.
- Te
lo digo claro, Javier: yo, Opinión o nada. Yo soy opinión y a través de mí
opinan mis lectores. Así que no tenemos nada más de que hablar.
- …
- Se
acabó la conversación y se acaba mi vinculación con el periódico.
- Esto
no me lo esperaba. Esto no tenía que acabar así. No me has dejado ni contarte
lo que quiero ofrecerte.
- ¿Pero
tú sabes con quién estás hablando, Javier? Soy Maruja Torres y tengo muchos lectores
que me he ganado a pulso opinando.
- Es
tu decisión.
- Sí,
es mi decisión. Y como queda un mes de compromiso, lo mejor es que deje de escribir
de inmediato.
- Si
así lo quieres...
- Así lo quiero.
Y de
esta forma fue como Maruja Torres puso fin a su relación con el periódico al
que ha estado unida durante más de 30 años.
Desde "Por Favor" he disfrutado con el humor mordaz de Maruja. No te preocupes. El desdén de los mediocres ves semilla de un próximo reconocimiento.Curriculum tienes.
ResponderEliminarTú no sabes con quién estoy hablando, ¡soy Maruja Torres! Qué bueno.
ResponderEliminarRectifico: con quién estás hablando.
EliminarAlgunos exempleados de El País han emprendido una bastarda campaña de desprestigio de este periódico. No es propio de personas de tan alto nivel. Que copien de su excompañero Enric González, que se fue de El País por los despidos y ha fichado por El Mundo, donde, como se sabe, no ha habido ni va haber ningún despido. La situación es lamentable, pero algunos se han retratado perfectamente. A algunos de estos desengañados supongo que les habrá encantado la dedicatoria de ayer de Aznar. Que la disfruten. Dios los cría y ellos se juntan.
ResponderEliminarEsta es la borracha sectaria que llama hijos de puta a los votantes de la derecha. Supongo que era una exigencia del guión en un medio que dirigió el que también dirigió los informativos de Franco y propiedad de un mafioso que se enriqueció con Franco, Videla y Pinochet.
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