José Luis Vidal Coy
Cuarto Poder
El
Parque Natural de Cabo de Gata es, además de exponente del conservacionismo,
uno de los emblemas estatales de turismo respetuoso con el medio ambiente. Y
eso a pesar de que tiene inserto en su perímetro una zona con dos granos
urticantes que perjudican gravemente la sostenibilidad del espacio protegido.
Uno de ellos es de sobra conocido y gracias a las argucias burocráticas de la Junta de Andalucía está oficialmente
fuera del parque: el hotel edificado en la playa de El Algarrobico.
Central Térmica de Carboneras |
Pero
el otro, también incluido en el municipio de Carboneras al que pertenece El
Algarrobico, amenaza algo más que la imagen del espacio natural. Es la Central Térrmica
Litoral de Almería, conocida como central de Carboneras o la térmica de
Carboneras, en producción desde 1985. Su actividad contamina gravemente con
ozono troposférico el aire que respiran animales, plantas y personas en el
parque. Muy cerca de esa industria, también en este pueblo antiguamente de
pescadores que quedó rodeado por la ampliación del parque en 1994, hay una
planta cementera que también contribuye con sus emisiones a la contaminación
del aire por ese gas compuesto por tres moléculas de oxígeno (O3), que lo hacen
especialmente peligroso porque oxida mucho más rápidamente que el oxígeno (O2).
Los
datos que demuestran lo anterior se pueden consultar fácilmente en la web
Informes
diarios de calidad del aire de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. En ella
se observa cómo en lo que va de mes de mayo las estaciones medidoras en el
entorno y dentro del perímetro del parque (El Boticario, Bédar, Fernán Pérez, La Joya y Rodalquilar) han
tenido prácticamente a diario mediciones “malas o muy malas,” del nivel de
ozono en el aire. Bédar ha sido la de mayor número de veces, seguida de
Rodalquilar, La Joya
y Fernán Pérez.
La
situación ha mejorado desde el día 13 de mayo porque han cambiado los vientos
de Levante, predominantes en primavera y verano en el Mediterráneo, y la
central térmica de Carboneras ha entrado en parada técnica para una decena de
días como todos los años por estas fechas, según Marcos Diéguez, responsable de
Energía y Residuos de Ecologistas en Acción en Almería.
El
ozono troposférico se localiza, a diferencia del ozono a secas causante del
efecto invernadero, en las capas bajas de la atmósfera y se forma
fundamentalmente por los procesos de combustión de fósiles en el tráfico rodado
y en la industria. Puesto que la luz solar influye directamente en la reacción
que causa el ozono, la primavera y el verano registran los mayores
niveles de ozono troposférico, como explica el Ministerio de Agricultura y
Medio Ambiente (Magrama).
Es
decir, los óxidos de nitrógeno expulsados de la central térmica de Carboneras,
que usa carbón -extraído fuera de España, por cierto- como combustible para
producir electricidad, “sumados a los de la cementera”, precisa Diéguez,
provocan directamente la aparición de ozono troposférico, que es empujado al
interior del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar por los vientos de Levante
que predominan en verano en la costa mediterránea sur española. Lo que quiere
decir que los episodios que duran días o semanas de niveles altos de ozono se
repetirán en los próximos meses.
El
exceso de ozono troposférico provoca dificultades respiratorias, picores,
irritaciones etcétera, como pueden atestiguar los habitantes de cualquiera de
las ciudades que disfrutan de largos episodios de la llamada boina de
contaminación, como la ciudad de Madrid. Esas molestias también son
perceptibles con asiduidad en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.
Según
datos de la Agencia
Europea de Medio Ambiente es la industria española más
contaminante de las que funcionan en la actualidad, asegura Diéguez, quien remite,
por otro lado, a un informe
difundido por Greenpeace de la organización SOMO (Centre for Research on
Multinational Corporations, con base en Amsterdam) que establece que los
niveles de emisiones de ozono troposférico de la central de Carboneras son
capaces de provocar la muerte prematura de 111 personas al año. La instalación
pertenece al conglomerado energético Endesa-Enel.
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