Iván Gómez
Jefe de Local de Diario de Almería
El 7 de mayo de 1988 se abrió una nueva etapa para el PSOE de Almería, la protagonizada por los guerristas que, encabezados por el sindicalista Nono Amate, el concejal vicario Antonio Bonilla y el presidente de la Diputación, Tomás Azorín, le arrebataron democráticamente la dirección del partido a los oficialistas que, en aquellos años posteriores a la Transición, representaban los borbollistas José Antonio Batlles y Paco Contreras. Eran otros tiempos, otra manera de hacer política. Un proyecto basado en las ideas y valores, en los principios de Pablo Iglesias, una filosofía de entrega al ciudadano y plena vocación de servicio que hoy demanda la ciudadanía, incluso el Rey Juan Carlos, en plena crisis del sistema y las instituciones públicas. La vieja guardia socialista de aquellos años, los herederos del guerrismo, con algunas bajas propias del paso del tiempo como las de Joaquín Pérez Siquier y José Luis Cruz Amario, se reunió ayer en el restaurante Cortijo Blanco de La Mojonera para celebrar una efeméride histórica para el PSOE de Almería, sobre todo teniendo en cuenta que hoy día la mayoría sigue estando en primera línea de acción política y electoral en beneficio siempre de su formación.
“El PSOE almeriense, en manos de los guerristas desde la madrugada de ayer”. Así titulaba el diario ABC su crónica sobre el congreso de La Parra el 9 de mayo de 1988. ¿Por qué dos días después? El triunfo estaba cantado ya desde el congreso provincial celebrado en febrero en Roquetas, sin embargo faltaba la confirmación oficial porque en política nunca se sabe. Casi 16 horas de debates, reuniones, negociaciones y posibles pactos en las que salieron a flote las tensiones entre las dos corrientes que aspiraban a la dirección del socialismo almeriense. Se iniciaron contactos para llegar a una lista de consenso, en presencia del secretario regional, Carlos Sanjuán, pero se rompió el acuerdo a última hora. Decidió la militancia con sus votos. En el Congreso de La Parra está la reazón del desencanto con el socialismo de José Batlles Paniagua. Un cuarto de siglo después todavía sigue buscando las razones de su caída en desgracia. Años después aseguró que no se permitía que nadie tuviera opinión propia y fuera por libre. A su juicio, era lo propio del guerrismo que tenía instalado en Almería a Fali Delgado, el secretario de Alfonso Guerra. Batlles había estado al frente del PSOE de Almería desde el Congreso de Alhama en 1981 tras la dimisión de José Gutiérrez. Fue reelegido en el Congreso de Retamar en 1984 con el 90% de los votos. Sin embargo, en el cónclave del hotel de Aguadulce no tuvo ni tan siquiera la opción de descuadrar las cuentas de los guerristas del momento.
En el Congreso de Tabernas de 1994 los guerristas ganaron con cierta polémica tras el abandono de los renovadores encabezados por Blas Díaz Bonilla. No lo aceptaban y no eran los únicos la Ejecutiva Federal también se posicionó en contra. En aquellos de decadencia de los herederos del guerrismo hubo incluso amenazas de históricos militantes de dar el salto a Izquierda Unida, tal y como relató el ABC en enero de 1993. Entre los que estuvieron a punto de cambiar de aires estaban el entonces alcalde de Huércal, Francisco Díaz Casimiro, el expresidente de la Diputación y exsenador Antonio Maresca y el que fuera alcalde de Macael, Juan José Fornovi. La etapa del proyecto surgido en el antiguo hotel La Parra, con Amate y Bonilla al frente del partido, duró hasta la llegada de Martín Soler en 1997. De ahí en adelante fueron quince años del Clan de Cuevas, otra forma de hacer política que se cerró en brusco al ser desmantelada la ejecutiva provincial en el verano de 2011 por José Antonio Griñán y se inició la etapa de José Luis Sánchez Teruel. Hoy entre la militancia socialista almeriense hay más nostalgia de aquellos años del guerrismo y sus proyectos que del invento posterior. Pero los herederos del guerrismo, salvo excepciones, ya son pasado. Hoy son otros hombres y mujeres los que retoman sus ideas y valores. La muerte del último guerrista, como era conocido Joaquín Pérez Siquier, en febrero del pasado año, cerró aquella etapa de luces y sombras. Nono Amate, Antonio Bonilla y Fernando Martínez siguen en primera línea pero sin mayor ambición que legar el mejor partido a los jóvenes militantes. Son la vieja guardia que contribuirá a remontar el vuelo de un socialismo que vive el hoy es siempre todavía de Machado.
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