Emilio Ruiz
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“Donde
los demás te cobran, nosotros te pagamos”. “Domicilia tus recibos aquí y te
abonamos 25 pesetas por cada uno”. Hace unos años era de esta forma como se
anunciaba la entonces Caja Rural de Almería ante sus clientes. La cooperativa
de crédito almeriense siempre se ha caracterizado por ser una banca poco dada a
sangrar a sus clientes con comisiones. Era una de sus señas de identidad.
Pero
el panorama bancario ha cambiado y más que va a cambiar. Para empezar, la vieja
Caja Rural Provincial de Almería ya no es una entidad de carácter local y casi
familiar. Se ha hecho grande y a punto está de cubrir con sus oficinas todo el
territorio nacional. Tiene que competir en igualdad de condiciones con los “monstruos
sagrados” de la banca española, léase Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell,
etc. Tanto ha cambiado, que hasta el nombre se ha visto sacudido por distintas
variables: Caja Rural de Almería y Málaga, Caja Rural Intermediterránea,
Cajamar Caja Rural y, ahora, Cajas Rurales Unidas, si bien sigue utilizando
comercialmente el nombre familiar de Cajamar.
¿Qué
ha sucedido para que la vieja Rural almeriense dé este giro drástico en su política
de comisiones? Lo que ha sucedido no es poco, ciertamente. El mundo financiero
mundial se ha visto sacudido por una crisis de proporciones inimaginables. Particularmente
el europeo ha vivido una revolución que ha dado al traste con muchas entidades.
Y del español, qué podemos decir que no se sepa. La realidad con la que nos
encontramos hoy es que la banca española vive una situación delicada. Muchos
bancos y cajas se han visto obligados a fusionarse o a desaparecer. Otros y
otras subsisten al borde del precipicio.
Provisiones
y más provisiones, exigencias de capital, de solvencia, cláusulas suelo,
impagados… todo ello forma un cóctel endiablado que obligan a todas las
entidades financieras a hacer verdaderos equilibrios para poder sobrevivir.
Por éstas
y otras muchas razones, Cajamar, lo mismo que el resto de la banca española, ha
visto reducidos sus márgenes. Una política continuada del “gratis total” era
insoportable, al menos hasta que no se salga de la crisis. Por eso es por lo
que la dirección de la entidad ha dado un giro radical en su política de cobro
de comisiones. Hay que sacar dinero de donde se pueda, y las comisiones no cabe
duda de que son una importante vía de ingresos.
Las
nuevas comisiones de Cajamar han entrado en vigor el pasado 15 de junio. El
abanico es amplio. He aquí algunos ejemplos. Mantenimiento de
cuenta, 15 euros trimestrales. Posiciones deudoras o reclamación, 45 euros. Cartas
enviadas a casa, 0.37 euros por carta, con lo que se quiere fomentar el
buzón virtual. Disposición a débito con la tarjeta Visa Cajamar, 0.90 euros por
reintegro. Consultas fuera de los cajeros de Cajamar y dentro de la red
servired, 0.40 euros. Fuera de estos cajeros, 0.60 euros por consulta. Comisión
de mantenimiento anual de tarjeta, 45 euros, aunque este importe podrá ser
menor según el gasto que hagamos con esta tarjeta. Además de todo esto, Cajamar
cobra también por los servicios más variopintos, como cancelar una cuenta,
solicitar un extracto, etc.
Los
clientes de Cajamar, acostumbrados al “gratis total”, están molestos con la
nueva política de la entidad por lo que respecta a las comisiones. Tanto, que
en la Asamblea General
de hace unos días se vio obligada a
tratar el tema. Juan de la
Cruz Cárdenas Rodríguez, el presidente, se sinceró ante los
socios y no ocultó en la entidad “problemas surgidos en el último año”. Él
mismo calificó como “dolorosa” la decisión de aplicar comisiones a los clientes
“porque está fuera de nuestra filosofía y de nuestra idea de actuar”. Por eso
expresó el compromiso de eliminarlas en cuanto la compleja situación actual se
normalice.