Agua, tocado y hundido (1ª parte)


Luis Jesús Pasamar
Articulista

Julio César afirmó al divorciarse de Pompeya que la mujer de César no solo debe ser honrada sino que también tiene que parecerlo. Terencia, la esposa de Cicerón, escribía a su amiga Pilia a propósito de la ausencia de ésta a la Fiesta de la Bona Dea -diosa romana de la fertilidad, la castidad y la salud- que no basta parecer honrada, hay que serlo. Había sucedido que durante la celebración de esa fiesta, que era exclusiva para mujeres, en la casa de César y siendo anfitriona su esposa Pompeya, un hombre se coló disfrazado de música, de lo que culparon a la mujer de César. Aunque éste en un principio la defendió a capa y espada, a los pocos días se divorció de ella pronunciando esa famosa frase.

Esto viene a propósito de los recientes acontecimientos sucedidos en varias poblaciones del levante almeriense con el agua. Me consta que en la ETAP de Galasa, donde se potabiliza el agua para esos municipios, no consideran necesario gastar la ingente suma de 10,50 euros en proteger la salud de personas que trabajan allí ¿Qué se puede pensar de la importancia que pueden dar a la salud de miles de personas a las que ni conocen ni ven?

El asunto es el siguiente: uno de los trabajadores, al observar que los filtros de su máscara antigás llevaban varios años caducados, se lo comunicó a sus superiores (responsables de cumplir y de que se cumplan la normas de seguridad e higiene en el trabajo y, además, responsables, en esos momentos, de velar por el buen estado de los Equipos de Protección Individual). No sólo no le hacían caso, sino que incluso le ponían malas caras. Se vio obligado, con la sana intención de preservar su integridad física –razón de ser de los EPIs-, a denunciar la situación ante la Inspección de Trabajo.

A los tres meses de denunciar le cambian los filtros y a los cinco meses recibe el informe de la Inspección de Trabajo en la que le confirman que ya le han cambiado los filtros, que en esa empresa los equipos de protección pasan revisión cada seis meses y punto. Me abstengo de hacer comentarios sobre tan extraordinaria actuación. Varios días después hacen firmar a los trabajadores un papel en el que les traspasan la responsabilidad de sus EPIs. La explicación que recibe este trabajador de su inmediato superior y responsable hasta ese momento de las revisiones de esos equipos de protección es que “con muy buena voluntad no ha hecho caso de sus advertencias porque es dañino para la empresa”. Si la protección de la propia vida es dañina para la empresa, los trabajadores de la empresa no podrán tener instinto de conservación.

Galasa tiene a gala el cuidado que pone en tomar medidas de seguridad y la falta de accidentes laborales graves, por lo que supongo que habrá recibido los premios en metálico que la Administración destina a las empresas que cumplen los requisitos. De todas maneras, 10,50 euros no hacen daño a ninguna empresa. Más daño hacen la pérdida de subvenciones y multas por accidentes. No creo que llene de confianza a las personas de esos pueblos conocer que los responsables de las condiciones higiénico-sanitarias del agua que sale por el grifo de su casa son capaces de poner en riesgo la integridad física de personas que trabajan con ellos, y a las que ven la cara todos los días, por 10,50 euros.

Lo sucedido este verano se veía venir y en lugar de pedir perdón y depurar responsabilidades lo que hacen es pedir socorro a Diputación para que le resuelva la urgencia y dinero a la Junta para “resolver el problema”. Así que esos once pueblos pueden decir que han estado en cuestiones de agua: tocados y hundidos.

Volviendo a la frase de César sobre Pompeya, aquí se podría decir que “ni lo son, ni lo parecen” y, lo que es peor, “ni quieren parecerlo”. Continuará…

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