José Fernández
Periodista
Después de tejer durante treinta años una tupida red de dependencia económica para miles de familias andaluzas que han llegado a tener en la Junta de Andalucía su única vía de sustento, el presidente de la Cosa, don José Antonio Griñán, se permite el gesto de hacer sociología de atril lanzando afirmaciones tan cuestionables como que “Andalucía es de izquierdas porque es más sabia que otros sitios”.
Aparte de que las ideologías las tienen las personas y no los territorios, conviene sugerir con urgencia a edecanes, amanuenses y demás miembros de la Guardia de Corps Presidencial, que le vigilen con más atención para evitar que ande dándose calamonazos, porque sólo desde la conmoción cerebral temporal a consecuencias de un impacto fortuito se pueden entender determinadas afirmaciones. Y es que hace falta estar obnubilado para sacar pecho y tocar el bombo cuando uno preside una comunidad europea que presenta índices centroafricanos en cuanto a desempleo, fracaso escolar, dotación infraestructural y caos sanitario.
Insisto en la justificación traumatológica de las afirmaciones del señor Griñán, porque resulta difícil de entender que en una autonomía que arroja perfiles de bancarrota multiorgánica, su presidente se dedique a proclamar la buena nueva de la izquierda penibética justo al mismo tiempo que tiene que salir al rescate de los niños andaluces a los que sus familias ya no pueden ofrecerles tres comidas al día. En un contexto así, un hombre prudente no saldría a alardear de las diferencias entre Andalucía y el resto de comunidades de España, a no ser que ahora se entienda la calamidad como hecho diferencial positivo.
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