Juan Carlos Blanco
Director de El Correo de Andalucía
Tiremos de tópico preconcebido para intentar definir en una sola frase el
centrifugado que ha provocado en el escenario político andaluz y en el nacional
el anuncio del presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, de que
no repetirá como candidato del PSOE en las próximas autonómicas: el que da
primero, da dos veces. Y si, además, quien da el golpe lo hace casi a las
primeras de cambio y de forma sorpresiva, el resultado es el que es: la
operación de relevo le está saliendo, por el momento, casi tan bien como cuando
decidió desligar su futuro del de Rubalcaba, convocó las andaluzas cuatro meses
después de las nacionales, se salvó de la quema general y permitió que el PSOE
conservara la Junta con la ayuda de los socios de IU.
El guion previsto por quienes han participado en el
diseño de esta sucesión se está cumpliendo con precisión. El presidente anuncia
su decisión de irse un 28 de junio en la Cámara autonómica y un día después se
activa la maquinaria para que sólo un mes después, y vía primarias exprés,
Susana Díaz Pacheco sea nombrada la candidata del PSOE a relevarle en el cargo
de inquilino mayor de San Telmo.
El camino está más o menos despejado. Apenas
hay tiempo para que se pueda rearmar ese sector crítico que aglutinó los restos
del chavismo hace un año en Almería (atentos a los movimientos que puedan hacer
en estas próximas 48 horas) y el PSOE nacional de Rubalcaba anda en tal estado
de narcolepsia que no se vislumbra la posibilidad de que alguien quiera o pueda
frenar estas primarias tan aceleradas.
Griñán se ha movido y el tablero se ha tambaleado dejando a sus contrincantes
con cara de preguntarse: “¿Y ahora qué hago yo con estos pelos?•. Los primeros,
los del PP, con un Zoido cuya irrelevancia en Andalucía es cada vez mayor; los
segundos, los socios de IU, recelosos de que el hermano mayor les termine por
devorar en cuanto se descuiden; los terceros, los críticos con Susana Díaz,
necesitados de encontrar con extrema urgencia al Usain Bolt que sea capaz de
esprintar con la consejera de Presidencia en la carrera de las primarias, y, por
último, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien apenas puede esconder que ha tenido que
engullirse un bote de omeprazol de 80 miligramos para tragarse una decisión que
se le atraganta en el esófago.
¿Era necesario todo esto? Seguramente la respuesta sólo la puede dar el
propio presidente de la Junta. Desde luego, en el manual clásico de la política
se encuentran pocas referencias cercanas. Él, que ya vivió los sinsabores del
relevo que le hizo a Chaves, ha decidido esta vez jugar con los tiempos a su
manera y ha abierto el proceso sucesorio sólo 14 meses después de que fuera
refrendado como presidente de la Administración autonómica.
¿Razones? Tal vez la creencia de que era necesario romper moldes para agitar
al PSOE federal, descrito por muchos como un enfermo terminal ávido de savia
nueva con la que regenerarse; tal vez la quemazón por tener que estar día y
noche defendiéndose del caso de los ERE mientras ve que la crisis destroza la
vida de cientos de miles de andaluces o tal vez el simple y puro cansancio de un
señor de 67 años que tiene el legítimo deseo de llevar una actividad menos
frenética y sacrificada y poder estar más tiempo con su familia.
Sea la razón que sea, lo cierto es que Griñán ha regalado a sus compañeros de
militancia otro verano de cambios de gran relevancia. El presidente y los suyos
quieren cerrar el debate interno en menos de cuatro semanas para evitar
sorpresas inesperadas o, como decía el jueves Mario Jiménez, para estar
preparados para cualquier contingencia, incluida la de un adelanto
electoral.
Por ahora, sólo se atisban un par de hechos objetivos claros: 1. Que, salvo
sorpresa, Susana Díaz se irá de vacaciones como candidata del PSOE a la
Presidencia de la Junta. Y 2. Que es casi metafísicamente imposible que Griñán
aguante tres años de presidente en estas condiciones y que, en consecuencia, el
relevo en San Telmo llegará mucho más pronto que tarde. ¿Pura elucubración? Sí,
pero creo que con muchos visos de convertirse en una realidad. Al tiempo.
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