Miguel Ángel Blanco
Martín
Periodista
El periodismo hace tiempo que está
perdiendo los papeles por los intereses del negocio de las empresas
periodísticas. Sus vaivenes y contradicciones han estado siempre presentes. De
toda la vida han convivido un periodismo basura y corrompido y un periodismo
que trata de interpretar la realidad desde un análisis que no rompa con los
principio éticos. Pero en el caso del periodismo deportivo, se baten todos los
récords. Todos los años, el final de la Liga brinda una oportunidad para
encontrarnos con esta realidad. El periodismo deportivo no conoce más reglas
que la pasión, el fervor de lo local, haciendo causa común con la calle por
parte del reportero de turno. Lo del rigor y la objetividad o la subjetividad
creativa, por llamarlo de alguna manera,
está fuera de lugar. Muy pocos se salvan de este desmadre alucinante.
Veamos un ejemplo, el ascenso
del Almería a Primera División y el comportamiento de la prensa diaria: La Voz de Almería, Ideal y Diario de Almería.
Desde el momento en que se entra en la recta final del posible ascenso, todo se
pone al servicio de ese objetivo. Y los periodistas deportivos, y no sólo los
deportivos, comparecen encerrados en ese juego como si les fuera la vida en
ello. Unos, imagino que lo hacen porque parece que les va la afición en ello y
creen sorprendentemente que ese es su trabajo; y otros, los no deportivos,
porque es el encargo excepcional para esos días. En este comportamiento
individual y colectivo no se salva casi nadie del mundo periodístico. En La Voz de Almería, por ejemplo, no han
faltado las crónicas animando a que hay que comprar la camiseta y todas las
informaciones deportivas sobre el Almería han ido encaminadas en la misma
dirección, fomentar la pasión futbolera.
Y no digamos el Diario de Almería, que ha sacrificado
casi toda la información general, en un diario especial con la noticia del
ascenso, recogiendo todas las crónicas de los partidos del Almería en esta
liga. Y de la información, provincial, cultural, social, económica, etc.,
prácticamente casi nada. No hay más actualidad que el ascenso del Almería.
Otro ejemplo llamativo es la
última página de Ideal del 22 de
junio: “Un ascenso IDEAL”. La fotografía que ilustra la información coloca a
los redactores y colaboradores, todos con su camiseta rojiblanca y bufandas del
Almería, portando rótulos para formar el texto: “No hay dos sin tres”,
aludiendo en que se trata del tercer momento histórico de la vida del club en
esas circunstancias de acenso. Todos aparecen en la imagen, sonrientes y
alborozados de forma increíble, sin ninguna vergüenza. Durante esos días, en
este diario, las crónicas deportivas, al respecto, aparecen con la fotografía
del redactor firmante luciendo la camiseta rojiblanca. Más increíble todavía.
En fin, tres diarios, tal para
cual, para alimentar la alienación de una población enfervorizada, mientras que
el sentido crítico permanece en silencio. No cabe mayor decaimiento en el
periodismo. Con estos talantes, ¿cuáles son las garantías del rigor y la
honestidad informativa sobre el panorama deportivo provincial, que es de lo que
se trata ahora? ¿Cuál es la fiabilidad que pueda darnos esta manera de entender
la información? ¿Este es el talante periodístico que va a estar en torno al
Almería de Primera División en la próxima temporada? Y aquí no he introducido
el elemento radiofónico o televisivo, porque carezco de datos para mi análisis
crítico sobre la actitud de las emisoras de radio de Almería, pero me lo puedo
imaginar.
De todas maneras, no es una
cuestión almeriense, que en todas partes cuecen habas. Por ejemplo, en 2002, el
Polideportivo Ejido salvó el descenso de Segunda División en el último partido.
Y aquello fue festejado por los ejidenses como un gran triunfo hasta altas horas
de la madrugada. Y los medios de comunicación contribuyeron al festín alienante
Ya no sólo se celebran los triunfos del equipo local en ligas o campeonatos,
sino que la gente está dispuesta a festejar lo que sea, hasta no perder.
Otro ejemplo. En Sevilla, tuvo
lugar en 1995 la mayor manifestación que recuerda la historia, desde la
Transición democrática, y no fue por ninguna cuestión reivindicativa de
libertades, sino para impedir que el Sevilla fuera condenado a bajar a Segunda
División, por la Ley del Deporte y el impago de los avales en la constitución
de la Sociedad Anónima. Las calles sevillanas se llenaron de ciudadanos
indignados para que el Sevilla siguiera en Primera División. Y la Federación
dio marcha atrás. Vivir para creer.
El periodismo deportivo es un
mundo aparte que necesita una profunda reflexión y reciclaje en todos los órdenes.
Pero eso muy complicado y posiblemente las empresas no estén por la labor. Todo
sea, no por la verdad sino por el negocio.
Ante palabras sabias sólo se puede asentir.
ResponderEliminarPodemos prescindir de todo menos de fútbol y bares.