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Politizar el agua de Galasa


Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería

Que el agua que la empresa Galasa suministra a varios pueblos del Levante de Almería no es apta para el consumo humano es una noticia que debería haberse quedado en eso, en advertencia a los vecinos para que observen las medidas preventivas oportunas, y para que la administración competente en devolver la salubridad haga lo propio. Ahí debía haber quedado todo, pero se ha desmadrado con un repugnante interés por politizar este asunto, en convertirlo en una crisis por la que se piden plenos extraordinarios, dimisiones, y hasta una comisión de investigación. Que se pidan explicaciones sobré qué ha ocurrido es normal. Que luego se exijan responsabilidades si se ha gestionado mal, también, pero insisto, meter el miedo en el cuerpo de la gente con un afán exclusivamente político es deleznable.

Hasta en dos ocasiones la responsable de Política Municipal del PSOE, Adela Segura, ha hecho declaraciones sobre este asunto sin aportar nada nuevo, o mejor dicho, embrollando. Se puede entender que la primera vez pida explicaciones, pero lo que no es de recibo que haga lo mismo una segunda vez cuando ya ha tenido cumplida respuesta por parte del vicepresidente de la Diputación Javier A. García, y lejos de darse por aludida, insiste en el error. Sólo desde el interés por embrollar se justifica que siga alarmando sobre la gravedad de lo ocurrido cuando su propio compañero de partido y delegado de Salud, Alfredo Valdivia, reconocía en rueda de prensa que esta situación se viene repitiendo desde 1994, es decir, que desde 1994 el agua del Levante, el agua que suministra Galasa, presenta con frecuencia parámetros que la convierten en no apta para el consumo. Y eso ha ocurrido cuando gobernaba el PSOE en la Diputación, cuando gobernaba el PAL con el PSOE... y antes... y ha pasado con alcaldes de todos los partidos políticos. Pero, vaya, ahora es cuando es una crisis institucional.

Por si no fuera suficiente, la dirigente socialista se lleva las manos a la cabeza por los niveles del dichoso trihalometano que presenta el agua, pero genera una alarma innecesaria cuando hace de eso algo de vida o muerte, cuando están por debajo de las cifras que hace tan sólo unos años eran las máximas permitidas. Dicho de otro modo, hace unos años hubieran estado dentro de lo normal... y ahora añadan que el delegado dice que desde 1994 es habitual superar los niveles, por tanto llegar mucho más arriba de lo que ahora se ha llegado.

Todo esto es intentar manipular a los ciudadanos, generarles un estado de ansiedad realmente innecesario, pero la puntilla política hay que darla acusando a los responsables de la Diputación de mala gestión. Habrá que ver qué cara se le pone a la también parlamentaria cuando se demuestre que fue la propia Galasa quien informó a Salud de la situación, que es algo que no ha sido desmentido por el delegado pero en lo que ella insiste una y otra vez. Por mucho que diga ella, no es Galasa quien tiene que informar a los ciudadanos de si el agua es apta o no, sino la Delegación de Salud, que es quien lo ha hecho. Galasa manda a Salud los datos registrados, y Salud determina que no es apta e informa a los ciudadanos. Es así, y así se ha hecho.

Lo curioso es que la socialista no tiene empacho en repetir argumentos a los que le han respondido, y no lo hace para rebatirlos, sólo para machacar en ellos. Por ejemplo, pregunta por qué no se ha suministrado agua de la desaladora de Carboneras antes, y a ello le han contestado que no se podía hacer porque las tuberías estaban aún rotas, pero ella no dice que eso no es así, sólo vuelve a insistir en su pregunta. Pues así no llegamos a ningún sitio.

Que lleven años y años y años bebiendo agua con residuos radioactivos en una zona de Almería donde la Junta de Andalucía prometió varias potabilizadoras y años y años y años después éstas siguen siendo una fantasmada, no parece generarle preocupación a la señora Segura ni al PSOE. Por cierto, el 87% de las aguas españolas en 2012 tenían exceso de ese mismo elemento.

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