Barrio Cabo de Gata: todos los inconvenientes de una zona turística y ninguna de sus ventajas

Cristóbal García

Desalysol

Me hace gracia cuando en los diarios se leen cosas del tipo “Roquetas de Mar triplica su población en temporada alta”, noticias que además suelen ir acompañadas de los gastos que eso genera y las inversiones necesarias para atender a los visitantes. ¿Saben por cuánto multiplica su población en temporada alta el barrio de Cabo de Gata? Probablemente por diez, y eso sin contar que cualquier día de playa durante julio y agosto, los turistas y veraneantes que pasan por el barrio pueden tranquilamente multiplicar por cien su población de invierno.

El barrio de Cabo de Gata siempre ha sido la niña bonita del turismo almeriense…. Bonita, pero tonta. Cabo de Gata es un barrio que con el paso de los años se ha acostumbrado a las dos o tres migajas que el Ayuntamiento de turno les va dosificando. Un barrio donde el caciquillo o el amiguete de tal o cual concejal de tal o cual partido ha hecho pensar que los derechos como ciudadano de Almería eran un valor añadido, y que ya te podías dar por contento si se hacía algo en el Cabo. Un barrio donde a los vecinos se les mentía y se les sigue mintiendo en cosas tan absurdas como culpar al Parque Natural de que no se tenga un alcantarillado decente o de que las calles se inunden cada invierno. Un barrio donde las palabras “inversión” o “sostenibilidad” se han extinguido al no poder invertirse en ladrillo, que en definitiva es lo que gusta a los Ayuntamientos. En definitiva, un barrio olvidado, a pesar de que sigue siendo el lugar de esta provincia donde más turistas acuden, ya sea alta o baja la temporada. Porque lo que está claro es que el Ayuntamiento de Almería termina su participación en inversiones en El Toyo, donde parece que está no sólo la frontera del Parque Natural, sino el límite jurisdiccional sobre las infraestructuras de nuestro gobierno municipal.

Y ciertamente, debe ser así, puesto que es hasta El Toyo donde llega el desdoblamiento de carretera, hasta ahí el servicio de autobús urbano, hasta ahí las inversiones en cultura, conciertos, eventos, etc. Y claro, si se piensa un poco, es hasta El Toyo donde llega el negocio del ladrillo que tanto enriquece a algunos.

Cabo de Gata sigue siendo, muy a su pesar, un barrio olvidado, descuidado y abandonado. Y resulta curioso, más aún cuando en Cabo de Gata no sólo pagan impuestos sus habitantes de invierno, sino que cualquiera que tenga una casa en Cabo de Gata paga todo el año, aunque sólo la habite durante un par de meses. Se podría decir que somos un barrio con un gran superávit en lo que respecta a la relación impuestos-habitantes. Eso es algo que puede que los veraneantes no hayan tenido en cuenta, que sus impuestos pagados escrupulosamente en Cabo de Gata no revierten nunca en su barrio. Pues bien, aunque me cueste dos veranos os puedo asegurar algo: se van a enterar.

Se van a enterar todos los vecinos de mi barrio de cómo se les toma el pelo año tras año, a ver si conseguimos que otros se enteren de que ya está bien de ningunear al barrio más turístico de esta provincia… Así tenga que ir puerta a puerta.