Juan Luis Valenzuela
Periodista / El Plural
Si en realidad existieran griñannólogos todos coincidirían en que la personalidad política y su actuación en situaciones complejas, se rige por la imprevisibilidad de sus decisiones, en la reflexión y análisis personal y en la autonomía propia de lo que finalmente decida.
Griñán |
Así es José Antonio Griñán, un político no al uso, cultivado, intelectual y que práctica el análisis y la reflexión para adoptar una postura concreta en asuntos de relevancia. Y este, el de su abandono de la primera fila de la política andaluza dejando cerrada su sucesión, no es asunto menor ni ha surgido de un análisis somero de una noche de verano. El hombre ingobernable, como en alguna ocasión se le ha calificado, toma sus decisiones oyendo, consultando, pero eso sí, siguiendo al final el camino que él considera más adecuado y que suele coincidir con sus previsiones iniciales.
Además, con estas matizaciones y cautelas que vienen a indicar que él y solo él ha inspirado el camino aunque en contacto con su equipo socialista regional y de líderes provinciales, conviene añadir que las razones últimas de su decisión no habrá que buscarlas en una o dos causas sino que muy al contrario constituyen un abanico amplio de motivos.
En primer lugar la abdicación viene motivada en un alto grado por razones distintas de índole personal. Un Griñán que con 67 años y 40 años de servicio a lo público piensa que ya no tiene las energías, y posiblemente ni las ganas, necesarias para liderar unos momentos complejos donde la fuerza de la edad es muy necesaria.
A este aspecto anímico biológico habría que sumarle que el presidente lleva tiempo planteando con cierta nostalgia autoinculpatoria que ya le ha quitado demasiado tiempo a su familia, en especial a su esposa e hijos. Griñán quiere recuperar y devolver el tiempo usurpado a los suyos por su exhaustiva dedicación a la política así como que esa situación no se repita de nuevo con sus nietos. Estar con la familia, ejercer de abuelo y contar con más tiempo para sus dos grandes aficiones, la lectura y la música, en concreto la ópera, serán objetivos más o menos inmediatos de este hombre del que alguien dijo que lo que más le hubiera gustado ser es director de orquesta.
El “hombre imprevisible”, el de trato serio pero al mismo tiempo afable y al que sus colaboradores desde años no le conocen una bronca, un mal gesto ni una bronca, exceptuando las que dirigía a las embarazadas cuando fumaban, quiere ir en busca de la tranquilidad familiar. Una tranquilidad turbada por graves problemas de salud de familiares muy cercanos y a los que quiere tener cerca ahora y ello, con el cargo actual, es diametralmente incompatible.
Comentábamos que son un conjunto de razones las que originan la decisión. Junto a las personales, anímicas, biológicas y familiares están, como no podría ser de otra manera, las motivaciones de carácter político.
En primer lugar se hallaría que Griñán, abanderado de la renovación desde hace tiempo en su partido, pretendió con las primarias y ahora con su decisión de dar paso a Susana Díaz al frente de San Telmo, hacer real y visible lo que preconiza tanto en Ferraz como en San Vicente, un cambio generacional, una nueva época y un “nuevo tiempo” en el socialismo. Y que mejor que predicar con el ejemplo y comenzar por su zona más directa de influencia, Andalucía.
Por otro lado a nadie se le oculta que negociar unos duros presupuestos con unos dirigentes de IU que no son los posibilistas que encarnaba el actual Vicepresidente y ex coordinador de IU en Andalucía, Diego Valderas, y a los que considera menos prágmaticos, es una cuestión a la que Griñán no le apetece. Antes de entrar en un choque directo con IU, prefiere que sea savia nueva como la futura presidenta o Mario Jiménez, quienes afronten ese reto y lo cierren con éxito.
Por último, y quedarían más motivaciones en el tintero, cabría destacar el “caso ERE”. Aunque Griñán y su entorno están convencidos de que no debe, en justicia, ser imputado, la deriva política que este sumario está teniendo y la característica de instrucción sui géneris que la juez Alaya le está imprimiendo, han hecho literalmente que el presidente de la Junta se haya hartado. Si debe de irse, lo hará, y así lo ha hecho, porque él lo decida, no porque la magistrada lo provoque, es lo que en el PSOE-A piensan que es el sentimiento interno y real de su secretario regional.
No hay que olvidar que José Antonio Griñán proviene de una familia donde la rectitud, la honestidad y el respeto a la ley son norma sagrada. Hijo de oficial del Ejército, sobrino de Rafael Martínez Emperador, magistrado de la Sala de lo Social asesinado por ETA, para él la ley no es solo un escrito del BOE y el BOJA. Además el propio presidente, licenciado en Derecho, número tres de su promoción en las oposiciones de Inspectores de Trabajo y con un amplia formación en leyes, reconoce que en lo personal se siente muy afectado “por las mentiras” del caso ERE que sobré él y su entorno socialista se vierten.
Este hecho es cierto que le ha minado mucho aunque no sea lo que le haya hecho abandonar la presidencia de la Junta. “Por sí solo, los EREs no lo hubieran hecho irse”, afirma un colaborador muy estrecho. Pero José Antonio Griñán siempre, desde su etapa de Inspector de Trabajo, pasando por su participación en los gobiernos de Felipe González en Madrid y de Borbolla o Chaves en Sevilla hasta su actual presidencia, lo ha sentido como una vocación de servicio público en un marco de honestidad y limpio. Su gran patrimonio, ha declarado en distintas ocasiones, es su honradez. Y esta, se quiera o no, y gracias en especial a la derecha y a su coro mediático, se está poniendo en duda. Una gota que colma el vaso de su paciencia porque como hace unas horas ha afirmado en el Comité Director del PSOE andaluz se va “ligero de equipaje”.
Por último, y en relación con el “caso ERE”, Griñán piensa que apartándose él del Gobierno andaluz y dejando a su frente a una presidenta que no estaban presente en ningún escalón del Ejecutivo andaluz cuando se produjo este hecho corrupto sin paliativos, la sociedad podrá entender con más claridad que los socialistas, exceptuando al grupito de granujas responsables del latrocinio, están limpios de corrupción y podrán acometer la tarea de regeneración que Griñán con su renuncia ha dirigido e impulsado.
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