Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
Tal vez sea el porte de senador romano, o
incluso el cierto perfil anguitiano lo que le ha succionado, pero escuchar qué
opina José Antonio Griñán de si mismo acaba llevándonos inexorablemente a una
conclusión, y es que se ha creído lo que no es. En el espejo de los que le
alababan se veía tan estupendo que ha perdido todo contacto con la realidad, si
es que alguien que lleva toda su vida en coche oficial -primero el de su padre y
luego el suyo- alguna vez la ha podido tener.
Griñán en caricatura |
No dejan de sorprender las declaraciones previas
y posteriores a su anuncio oficial de no ser candidato en las próximas
elecciones a la presidencia de la Junta de Andalucía por el PSOE. Las de en
medio, también sorprenden. Él es así.
Dice en una entrevista que los socialistas son
especialistas en dar la vuelta a las encuestas, y si eso es cierto, sólo podemos
concluir que Griñán... no es socialista. Griñán no ha dado nunca la vuelta a una
encuesta ni poniéndose boca abajo. Las encuestas batizinaban que el PSOE con él
como cabeza de cartel perdería por primera vez en treinta años unas elecciones,
y así sucedió con las autonómicas, pero también con generales y municipales. Y
por perder, también perdió dentro del partido cuando apoyó a Carme Chacón y ganó
Alfredo Pérez Rubalcaba.
Afirma también Griñán que “me nombraron a dedo y
yo abrí el partido a la democracia”, y bueno, le honra reconocer el dedazo, pero
desde luego, la segunda parte de la afirmación se acaba cargando cualquier asomo
de humildad.
Lo curioso es que Griñán y el PSOE nunca habían
reconocido la designación dactilar de Manuel Chaves, y se empeñaban en asegurar
que la elección la había hecho el Parlamento, como si lo uno y lo otro fueran
incompatibles. Vamos, como ha pasado en la Asamblea madrileña tras marcharse
Esperanza Aguirre.
Y eso de abrir el partido a la democracia, debía
hacérselo mirar porque al menos en Almería las cosas no fueron así. Fue un golpe
de mano suyo quien apartó a Martín Soler y a Diego Asensio de la dirección
provincial, y no digo que no fuera un acierto colocar al frente del partido a
José Luis Sánchez Teruel, pero sí sostengo que fue él quien lo puso.
JLST no tiene ese egocentrismo ambicioso y
excluyente de sus antecesores, no tiene ese afán controlador y muñidor de
quienes le precedieron, y en todo eso el PSOE provincial ha salido ganando, pero
lo que nadie puede dudar es que su llegada a la secretaría general de Almería
fue una estrategia organizada por el griñanismo para acabar con el chavismo,
conocido en esta provincia como martinismo.
Tampoco puede considerarse abrir el partido a la
democracia evitar la realización de primarias en Andalucía sean cuales fueran
las elecciones pendientes, o por no remontarnos a eso, el hecho de que ya haya
designado a su digna sucesora con la clara intención de que todos sepan a quién
hay que apoyar.
Griñán ha sido, desgraciadamente un fraude
político. Llegó prometiendo nuevos modos y maneras, y los modos y maneras
empeoraron más allá de lo imaginable. Llegó anunciando que el partido sería de
los mejores y colocó a quienes sólo saben comer gracias al carnet, a gente que
jamás tuvo más trabajo que la estrategia electoral ni más estudios que las
frases del mitin del día.
Griñán tragó cuando Zapatero quiso pagar la
“Deuda histórica” con solares (es decir, suelo andaluz para pagar la deuda de
España con Andalucía... la leche) mientras que Aznar le reclamaba dinero
“contante y sonante”. Griñán presume de dialogante cuando ha presentado más
recursos contra las leyes del Gobierno de Rajoy que leyes ha aprobado el
Parlamento Andaluz, ya que sólo ha funcionado a base de Decretos.
Griñán, después de tantos años en Andalucía, no
habla andaluz, no se le pegado ni tan siquiera el acento, y a lo único que
aspira ya es a volver a Madrid, con Chaves, convertido en senador, es decir, en
figura decorativa a 5.000 euretes mensuales. Eso sí, Fuensanta Coves quizá se la
víctima de esta decisión, pero así es la política.
No hemos hablado de su papel en los ERE
fraudulentos, ni de Invercaria, ni de Mercasevilla, ni de la presión a que le
tiene sometido Izquierda Unida, ni de que esta decisión es la estrategia para
ganar con mayoría absoluta unas elecciones anticipadas, ni de las leyes huecas
aprobadas como la de la Exclusión o la de la Expropiación de Viviendas... es que
no hace falta, el problema de Griñán es que se creyó lo que no era y ha acabado
creyéndose lo que no es.
Venga, a Madrid, que es a donde van todos los
que de allí nos vinieron.
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