Los precios, obstáculo turístico

José Fernández

Periodista

Un esquimal tiene menos problemas para llegar desde su iglú a Málaga o Alicante que los que tiene un madrileño, un bilbaíno o un gaditano para llegar a Almería. ¿Y eso? Pues que mientras las ciudades de nuestro entorno cuentan con rápidos y cómodos accesos, llegar a Almería sigue costando mucho dinero y tiempo.

Por ejemplo, volar a Almería desde Madrid cuesta más que contratar una semana de vacaciones en un hotel de cinco estrellas en Marruecos, con vuelos incluidos. El dato lo proporciona mi amigo Antonio Fernández en La Voz de Almería. De hecho, los responsables hoteleros de la provincia con los que ha hablado para elaborar la noticia que motiva esta columna confirman el disparatado obstáculo que todavía suponen las comunicaciones en Almería.

Yo no he estado nunca en Marruecos, pero sí que he visto en la prensa cardiovaginal las andanzas del famoseo en los hoteles del país vecino y, francamente, la cosa no es que se diferencie mucho respecto de las atenciones que puede encontrar el turista en Almería. Eso sí, hay que reconocer que el factor económico es al final el que decide destinos turísticos en la mayoría de los casos. Y si nada más que el transporte hacia Almería cuesta lo que un paquete vacacional razonable en otro lugar, pues entonces sí que la cosa se pone de color hormiga para los intereses almerienses.

Con un sector que trabaja en el umbral mínimo de los precios para poder obtener algo de rentabilidad, el altísimo coste de los billetes de avión o la insufrible matraca de los lentísimos trenes siguen siendo factores limitantes de nuestro desarrollo turístico. Y no se trata de meter el asunto entre las cuerdas del ring político para acabar con un cruce de derechazos e izquierdazos, porque Almería ha sido y sigue siendo una provincia incómoda de llegar con todos los gobiernos de todos los colores y tendencias. Eso sí: nos queda el consuelo –tonto- de pensar que cuantos menos turistas, más sitio en la playa. En fin.