Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
-¡Hombre, Rafa!
-¿Qué tal, Luis? ¡Cuánto tiempo!
Esas fueron las últimas palabras que crucé con Luis Pérez, y tuvieron lugar hace unos meses, cuando nos cruzamos cuando yo salía de una reunión con alguien que ya le estaba esperando. No pudimos hablar más por esa premura, pero también porque hace mucho tiempo que perdí su número de teléfono y no he logrado recuperarlo.
Luis Pérez |
Ahora, cuando veo que el juez ha decretado prisión provisional eludible con fianza de 12.000 euros como imputado en el llamado “Caso Facturas”, la verdad es que me ha sorprendido tanto por el caso en sí como por la persona concreta con quien durante bastante tiempo mantuve muy buena relación, alguien cuya gestión defendí allá donde tuve ocasión de hacerlo, sencillamente porque me pareció que así debía hacerlo. Lo cierto es que mientras otros medios recibían adjudicaciones publicitarias magníficas, lo más que logró el Diario de Almería que yo dirigía fue poder conmemorar allí nuestro quinto -lamentablemente también el último- aniversario. Y que cuando decidimos poner en macha Noticias de Almería, las puertas de esa institución estuvieran cerradas para nosotros. Y les aporto un dato más: eché de menos una llamada suya cuando finalmente me absolvieron de la querella que me presentaron los hermanos Chaves por el caso Climocubiertas. En serio, me hubiera gustado un sms (no había whatssapp) con un “enhorabuena”. Pero no.
Por eso, si sostengo que la medida cautelar del juez me parece aberrantemente excesiva, no es porque le deba nada -como sí le deben muchos de quienes ahora le cuestionan en público y en privado-, sino porque no entiendo el sistema que permite que alguien como Luis Bárcenas haya estado en la calle y viajando libremente por todo el mundo habiendo reconocido que tiene en Suiza 48 millones de euros ocultos al fisco español, o un sistema que archiva el caso del exministro José Blanco cuando ya se sabe todo del mismo y son obvias las responsabilidades del diputado socialista, o un sistema que permite el goteo de correos electrónicos filtrados por el socio de Urdangarín... No lo entiendo.
No entiendo que en el “Caso Facturas”, a Luis se le diga que o pone 12.000 euros de fianza o va a la trena, cuando está claro que no se va a escapar (en todo caso, que le retiren el pasaporte), que no va a destruir pruebas (los hechos ocurrieron hace años, y ni él ni nadie de su partido controla la documentación susceptible de ser destruida o manipulada) y que aunque el caso es escandaloso, desde luego es más alarmante que por ese asunto alguien pueda ir a prisión preventiva. Y eso no significa que crea ni en su inocencia ni en su culpabilidad, que todo se verá en este caso que tan bien está armando el juez -en esto sí le felicito tanto a él como al fiscal- y que apunta claramente a que se han producido dos situaciones que tienen en común una agencia de viajes y el Patronato de Turismo.
Una de las situaciones ha sido el aprovechamiento privado de los recursos públicos, y que presuntamente serían viajes pagados con dinero del Patronato, pero de los que han disfrutado personas ajenas al mismo, como han podido ser -siempre presuntamente- esposas, amigos y algún familiar, todos ellos imputados en la causa. Y otra cosa es la presunta financiación ilegal del PSOE, en la que sin aportar detalles insiste una y otra vez el PP, pero que no hace falta ser un lince para deducir cómo se ha producido a la luz de las personas imputadas. No olvidemos un detalle fundamental, y es que lo primero tiene un montante de 45.000 euros, y lo segundo ya llegaría a 460.000 euros. La diferencia también en eso es mucha.
Si en lo primero -y siempre que se demuestre que haya sido así- está claro que Luis Pérez tiene una responsabilidad directa, clara y evidente, en lo segundo habría que recordar que siempre ha sido un hombre de partido, un fiel ejecutor de las órdenes de sus superiores (como cuando marginaron al diario de más difusión -datos OJD/PGD- de la provincia, o como cuando llenaron los bolsillos de otros medios) y habría que ir también por ahí.
No sé si Luis sabía dónde le metían, ni dónde metía él a los demás, pero sí debíamos saber quiénes les metieron y cuál fue la razón. Eso sí, ni a sus jefes de entonces ni a los de ahora se les ve muy animados a darle cariño.
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