José
María
Ortega
García
Siempre he sido partidario de
usar los servicios públicos, tanto en educación, como en salud, en transporte o en cualquier otra modalidad,
por los indiscutibles beneficios que reportan a la sociedad; pero, como simple
ciudadano que contribuye con sus impuestos, también exijo que tales servicios
funcionen correctamente y, con más rotundidad,
que no pongan en riesgo la integridad de los usuarios.
Por ello, considero, además de
un abuso pernicioso, una tomadura de pelo, el hacinamiento comprimido a que nos
vemos sometidos los residentes, veraneantes y turistas de Retamar y El Toyo
cuando nos introducimos en el autobús municipal nº 30 para desplazarnos al
centro de la ciudad. Cuando ya está saturado de pasajeros en pie, siguen
entrando más y más en las paradas siguientes sin que nadie se apee. Sí, he realizado tres viajes
desde la barriada de Retamar a Almería y regreso y, además de soportar
prolongadas esperas en colas incómodas, he sufrido el agolpamiento a presión de
pasajeros en pie que me ha provocado sensaciones angustiosas, mezcla de ahogo y
claustrofobia.
En uno de
ellos se dio el caso lamentable de un señor que sufrió un desmayo con pérdida
del conocimiento y ni siquiera “pudo” caer al suelo por falta de hueco.
Hubieron de sujetarlo los viajeros que lo rodeaban con sus propios cuerpos al
no poder tenderlo por falta de espacio,
hasta que fue evacuado en una ambulancia. Esto ocasionó el malestar entre los
pasajeros y el consiguiente retraso del viaje. Eran dignas de oír la protestas se
los pasajeros que, en su mayoría, no tenían ni siquiera la posibilidad de asirse a las barras de
sujeción. Cualquier frenazo o viraje brusco podría provocar una catástrofe, temor
que pululaba tras el accidente ocurrido en Ávila. ¿Qué norma de seguridad vial
permite aglomerar tal cantidad de pasajeros en pie circulando por autovía a tan
alta velocidad?
El problema puede resolverse si
el Ayuntamiento obliga a su empresa municipal a habilitar en las horas punta otro
autobús de refuerzo o a incrementar la frecuencia de los viajes, habida cuenta
del elevado número de usuarios que utilizan el autobús en estos núcleos
veraniegos durante los meses de julio y
agosto para sus desplazamientos a la capital.
Hay motivos
más que suficientes para buscar una solución urgente a este problema si se
tiene en cuenta que Retamar y El Toyo
son importantes núcleos de población de gran movilidad, que además de los
residentes habituales, albergan a veraneantes y visitantes turísticos, con nada
menos que cinco hoteles de cuatro estrellas y un gran centro multidisciplinar
de congresos e instalaciones para la práctica de actividades culturales y
deportivas. A ello hay que sumar un relajante paseo marítimo con prolongación
construida sobre madera, rodeado de vegetación autóctona, con lago artificial y
equipamientos de ocio, donde se desarrollan espectáculos musicales y escénicos.
En definitiva un interesante reclamo turístico que el Ayuntamiento presume de
estar potenciando, presunción que, a tenor de lo que a transporte público se
refiere, resulta vana.
En mi
última travesía a bordo de tan abarrotada nave sobre ruedas, una señora de edad
avanzada, a pesar de su indignación por la estrechez, mostró un gran sentido
del humor al comentar en voz alta: “Si pudiéramos mover las manos,
recogeríamos en un folio firmas de protesta contra el Ayuntamiento”. Después
me miró, pareció reconocerme y me dijo: “Usted que escribe en los
periódicos, ¿por qué no publica algo denunciando estas achuchinas insoportables
que sufrimos en el dichoso autobús?.
A ella se unieron varios pasajeros pidiéndome la redacción de algún
artículo evidenciando el problema. Alegaban que los escritos con firmas
enviados al Alcalde no habían servido de
nada, a ver si lo de la prensa surtía efecto.
Así que, haciéndome eco de la
rebelión a bordo de esta nave a punto de zozobrar, le exigimos, no al piloto,
puesto que al conductor no le cabe otra opción que la de cumplir órdenes, sino
al señor Alcalde, Almirante en Jefe de la Flota Municipal ,
que a los pasajeros que embarcamos y desembarcamos en los puertos terrestres de
Retamar y de El Toyo deje de tratarnos como a “sardinas en lata”. Sardinas
que habremos perdido las escamas, pero que conservamos agallas para rebelarnos.
Ya está José María, la culpa del PP, sí estuviera el PSOE e IU, no sería, el tema es quejarse por quejarse, parece mentira; coge un taxi y vas con aire acondicionado y música.
ResponderEliminarLo peor de este individuo es que de todos es conocido que procede de la dictadura de Franco (era un baranda en el Frente de Juventudes); cuando murió se alistó en el Psoe, allí todo era miel sobre hojuelas y ahora culpa al PP hasta de matar a Manolete. El cinismo personificado.
ResponderEliminarla cuestión es que en esta página le publican sus gilipolleces.....
ResponderEliminarPero aparte de exfalangista, socialista y demás improperios, ¿tiene razón? ¿O lquejarse es arriesgarse a recibir el ataque de los cancerberos del poder?
ResponderEliminarSiempre responden los mismos indeseables que no admiten que las personas...nos quejemos. Ellos con los sobres tienen bastante.
ResponderEliminarASI NOS LUCE EL PELO EN ESTE PAIS, SI CUANDO ALGUN VALIENTE ALZA LA VOZ PARA RECLAMAR UNA COSA JUSTA, EN VEZ DE APOYARLO LO CRITICAN, PUES TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS POR COBARNES, HIPOCRITAS Y PELOTAS QUE SOIS LOS DE DERECHAS, Y EL QUE DICE QUE VAYA EN TAXI ES UN IMPRESENTABLE.
ResponderEliminarME DA VERGUENZA QUE SIGA HABIENDO GENTUZA COMO ESTA, QUE DEBIAN DE CALLARSE CON LA CORRUPCION QUE TIENEN ENCIMA EN EL CASO BARCENAS.
Y DE LOS ROLDANES, VERAS, ERES DE SEVILLA Y ETC., ETC. ETC. NO DECID NADA. CALLAROS YA LA BOCA Y NO SALGAIS AL TRANCO DE LA CALLE. QUE DESFACHATEZ TIENEN ESTOS PAJARRACOS.
ResponderEliminarConozco a José Mª desde que estudiaba Filosofía y Letras en Granada, nunca perteneció al Frente de Juventudes, aunque su padre fue alcalde en la dictadura. Siempre fue crítico con el Régimen. En la transición fue cofundador de la Asociación Cultural Andaluza y secretario provincial del PSP con Tierno Galvá y la noche del 23-F, se afilió al PSOE. Así que el primer anónimo que recomienda el taxi,además de mentir,es un cínico clasista.,
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